Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

40 político ratifica la existencia de un consenso transversal sobre el valor del estado docente. Estos salones se realizaron de modo más o menos regular por poco más de diez años y contribuyeron a la formación de una esfera de “alta cultura” en la que la élite obtenía a la vez experiencia estética y sociabilidad, tal como con la ópera, lo que se consideró uno de los fundamentos de la “vida cultural” moderna. Al mismo tiempo, al arte se le otorgó un papel protagónico en las exposiciones nacionales e internacionales que Chile organizó, al igual que en las que concurrió como invitado. Esto se evidenció en 1875, cuando la Exposición Internacional más ambiciosa que se hubiera realizado en el país tuvo como protagonistas a las bellas artes (en el concepto más elevado y erudito) y a las máquinas, como si ambos tipos de objetos pudieran –mejor que ningún otro– ostentar el grado de civilización que ha alcanzado una nación. En paralelo, y en concordancia con la metodología de la Academia, apareció la necesidad de contar con una “sala de pinturas” y modelos en yeso. En ella los alumnos podrían tomar contacto con las obras del arte clásico –aunque fueran solo copias– en el tradicional ritual académico consistente en reproducir y estudiar las grandes obras del pasado. Aunque en principio se pensó la sala para ser usada por los alumnos de la Academia, al poco tiempo se adquirió conciencia de que la labor pedagógica de este espacio, como la de los salones, no podía restringirse a los estudiantes: el buen gusto 11 no solo era necesario en los futuros artistas, sino que debía difundirse por toda la sociedad para que la obra de estos pudiera ser apreciada. Además, la idea de que Chile debía contar con un Museo Nacional (o un sistema de museos nacionales) estaba presente en el imaginario de la modernización al menos desde la Independencia. Fue un proyecto que el escultor José Miguel Blanco publicó en la Revista Chilena , en 1879, el que desencadenó la fundación del Museo de Bellas Artes. La propuesta fue recogida por el gobierno, y en septiembre de 1880 inauguró el Museo Nacional de Pinturas en los altos del nuevo edificio del Congreso Nacional. La misma Sección de Bellas Artes, que desde 1858 funcionaba en el Instituto Nacional, se trasladó en 1884 al Congreso, reforzando así los vínculos entre ambas entidades. 11 En: Eugenio Pereira Salas. Estudios sobre la historia del arte en Chile republicano . Santiago: Edicio- nes de la Universidad de Chile, 1992, p. 143. Academias, museos y salones: el proyecto institucional del arte moderno en Chile (1797-1947)

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