Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

39 la época, el ingreso de la mujer a los estudios y el mundo del trabajo se consideró un signo de civilización, y por eso se celebró tanto que en la Exposición Nacional de 1884 expusieran más pintoras que pintores. Sin embargo, a medida que se arraigaban las bellas artes entre las disciplinas universitarias, se hacía más apremiante la necesidad de contar con un sistema artístico que definiera posiciones y soportes tanto para el desempeño profesional de los artistas como para que el resto de los ciudadanos pudieran experimentar sus obras y someterlas a la crítica pública. Las tentativas de formar tal sistema fueron contemporáneas a la formación de la Academia, pero solo se obtendrían logros duraderos hacia 1885, con la inauguración del Partenón de la Quinta Normal, que se transformaría en el Museo Nacional de Bellas Artes y serviría de sede a los salones anuales, los cuales de ahí en adelante se efectuaron con regularidad. La realización de exposiciones artísticas fue una preocupación recurrente a medida que se desarrollaba la educación artística profesional, y tal como sucedió con esta, se debió partir desde exposiciones generales en las que el arte compartía el lugar con las más variadas manufacturas, como la Exposición Nacional que organizó anualmente la Cofradía del Santo Sepulcro en las décadas de 1840 y 1850. Una excepción inaugural había sido la ya referida muestra de Monvoisin en 1843, pero solo en la medida que el concepto de bellas artes se asentaba con la instalación de la Academia se pudo ambicionar exposiciones regulares y exclusivamente “artísticas”. Fue el primer director de la Academia, a los pocos años de instalado en su cargo, quien advirtió la necesidad de contar con muestras en las que se admitiera “únicamente a los artistas profesionales”, tal como las había en Europa. Este empeño de Ciccarelli se concretaría en 1856 con el apoyo de la Sociedad de Instrucción Primaria, otra entidad “para-estatal” –como la Cofradía del Santo Sepulcro– que se había fundado ese mismo año con el objeto de apoyar la labor del Estado en la masificación de la instrucción primaria. La relación de esta entidad con la organización de los primeros salones “profesionales” 10 nos refuerza el carácter pedagógico que se vio en tales acontecimientos: los salones, con sus premios y jerarquías, enseñaban el buen gusto a los artistas tanto como al público. Además, la presencia entre sus colaboradores de representantes de casi todo el espectro 10 En: Eugenio Pereira Salas. Estudios sobre la historia del arte en Chile republicano . Santiago: Edicio- nes de la Universidad de Chile, 1992, p. 143. Claudio Guerrero - Kaliuska Santibáñez

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