Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

197 comunicación superficiales para ser leídos en un bus o a la espera de pagar una cuenta, la comida rápida y la indiferencia. No constituye gran novedad decir que el arte de regiones tiene poca cabida en circuitos capitalinos donde, para muchos, se encuentran los únicos espacios de validación nacional. Vivir y permanecer en Santiago se torna un objeto de deseo, principalmente para las nuevas generaciones de egresados, que ven en la capital el único y mejor escenario para que el trabajo propio pueda ser difundido y reconocido en el medio artístico: estudiar en tal o cual escuela, bajo la tutela de ciertos profesores, teóricos o curadores otorga respaldos que, para un estudiante de provincia, resultan mucho más lentos de adquirir. En relación con los contextos e identidades locales, una de las reflexiones que buscaban los Talleres Macrozonales organizados por Paulina Varas y José Llano, dentro del proyecto 275 días, era convocar en distintas escenas locales a actores, organizaciones, colectivos y agrupaciones para conocer lo que estaba sucediendo en cada contexto. En junio de 2011 este encuentro fue realizado en la Galería de la Historia de Concepción, que permitió que un grupo bastante heterogéneo –que trabaja no solo desde las artes visuales– pudiera reflexionar sobre las necesidades locales compartiendo su experiencia con otros agentes de la región. Sin caer en un discurso anticentralista, me parece fundamental que cada lugar mantenga una mayor autonomía a la hora de decidir sobre el desarrollo de las políticas culturales, puesto que las demandas difieren en cada contexto y es justamente en provincia donde está todo por hacerse. Más que preparar a los estudiantes para llenar formularios de fondos concursables que, muchas veces, consideran a todas las artes en la categoría de un “espectáculo” o del producto de una “industria cultural” que deben ser vistos y/o consumidos por una gran cantidad de personas, las escuelas de arte deben entregar herramientas para potenciar el desarrollo de proyectos individuales y colectivos e incentivar la autogestión. Los egresados de artes visuales, tanto quienes se proyectan como gestores o como productores, deben estar capacitados para realizar un análisis de los contextos, de los sistemas de organización en el cual trabajan, para proyectarse a partir de sus propias necesidades locales o regionales. Actualmente, es posible observar a los estudiantes egresados con un mayor impulso por generar proyectos independientes tempranamente y, al mismo tiempo, vincularse a los sistemas de financiamiento disponibles. Esto tiene que ver con modificaciones en las mallas curriculares que traspasan la concepción del artista como un individuo marginal. Leslie Fernández

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=