Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

194 Las necesidades profesionales actuales tienen que ver con desenvolverse en un medio que requiere de gestiones activas y de colectividad, donde sea posible derivar roles. Si en los ochenta y noventa se valoraba por sobre todo el trabajo individual, lo que actualmente se necesita para potenciar iniciativas es el trabajo colectivo: aquel que posibilite una conexión y, al mismo tiempo, una proyección dentro de un contexto. He sido parte en más de una ocasión de equipos de selección en concursos de arte joven para acceder a salas, espacios expositivos donde postulan egresados de carreras universitarias. Una buena cantidad de ellas se realizan con falencias en comunicación visual como también en aspectos teóricos y de contenido. La edición, redacción, ortografía, uso de tipografía, tamaño de imágenes, los formatos de sus currículos no constituyen un aporte suficiente. Tendríamos que asumir como carencia de las escuelas de arte el hecho de no dar la importancia correspondiente al uso de herramientas de comunicación de las ideas, tanto en lo visual como en el contenido. La presentación, la visualización del trabajo de un artista o gestor deben ser consideradas como una parte fundamental del proceso de una obra. La despreocupación con la cual los estudiantes, licenciados, artistas, promueven su trabajos y proyectos, exige fortalecer este aspecto. Por otro lado, si consideramos que un alto porcentaje de estudiantes de las escuelas de arte provienen de otras regiones, ciudades o localidades y que, al cumplir su ciclo académico, deciden retornar a ellas, la realidad en la que luego les toca integrarse les puede significar trabajar en provincia, comunas, pueblos donde las instituciones vinculadas a la cultura son escasas y, además, donde su estructura administrativa se mueve lentamente. La formación de las escuelas de arte, tanto para licenciados, pedagogos y gestores, debería ser permeable y receptiva para que los profesionales de esas áreas puedan desenvolverse en una variedad de contextos posibles. Un alto porcentaje de artistas en nuestro país trabaja como docente en instituciones de educación superior, privadas y/o estatales –y con menor frecuencia en escuelas, colegios o liceos–, lo cual significa que deben invertir una importante cantidad de tiempo en educación. Esto podría tener un mejor aprovechamiento si pudiesen relacionarse con procesos de investigación, de formación artística, educación o producción. Lamentablemente, la mayoría de estas instituciones no genera mayores posibilidades de proyección y, al mismo tiempo, tienen pocas Ser docente, ser artista, ser gestor cultural, en conexiones precarias

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=