Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística
186 La historieta Simpson también puede representar gruesas tensiones filosóficas actuales, esas del tipo ¿inmanencia o trascendencia?, pero en nuestro contexto podríamos aplicarla a la radicalización dual del debate. Eso permite que sujetos ajenos a toda reflexión, se instalen a enseñar o vender arte, “disparando” como argumento que todo esfuerzo teórico no hace más que coartar su libertad, su (falsa) espontaneidad de creación, y sobre el tejado de esa premisa, determinar, también a gritos y a dedo, qué es o no es arte; todo lo anterior sin más juicio que el gusto o la tincada comercial; y no estamos aludiendo solo a personas de baja escolaridad, hablamos de profesionales universitarios, periodistas y galeristas varios. ¿Y la prensa especializada?, lo siento, en otros tiempos ella habría respondido pero, ahora, no tenemos gente para eso. Es verdad, el único periódico que en la octava región dedicaba un cuerpo dominical a comentar y orientar la actividad artística, decidió eliminarlo el 2007; así, la cuestión artística seria retornó a las vitrinas de las páginas sociales de los años cincuenta, en las que se exponen varias fotos de la inauguración con gente de brindis sonriente junto al artista. ¿Comentarios de la obra?, pues más allá de invocar verbos como plasmar, lucir o expresar, poco o nada. 5 Por cierto que las razones para ese retorno de la prensa al siglo pasado se debe a estrategias y políticas editoriales y empresariales, pero también ocurre porque el profesionalismo de los actores del arte, sean licenciados, teóricos, curadores y artistas, los lleva a que de a poco se han ido haciendo cargo de su propio discurso teórico, así como de su discusión, inscripción y circulación; en buena hora, pero hay que cuidar que ese mismo logro en un medio cultural masivamente deprimido como el nuestro, se encapsule en inteligentes torneos de palabras o en debates altamente especializados, generando sin querer, un raro talante de cofradía mistérica; sin embargo ese es un riesgo que hay que correr mientras mejora la educación general de Chile. Ante esto, es difícil diagnosticar con algún grado de optimista certeza si los programas de fomento de las artes generan reales condiciones para influir en campos como el social, cultural y político que llamamos entorno, porque por otra Escuelas de arte, formación artística y crítica. Un informe desde Concepción
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