Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

162 conozcan los mecanismos oficiales para el desarrollo del arte, siempre y cuando se formen en una conciencia reflexiva y crítica que les permita optar de manera libre e informada. Para aquellos que optan por otras alternativas laborales, la malla curricular también ofrece saberes y destrezas que los habilitan para ejercer la docencia o trabajar en la creación y gestión artística de manera autónoma. Otro inconveniente relacionado con el diseño de las tesis de grado en artes visuales es el carácter científico con el que se debe dotar a este trabajo académico. Y este es un aspecto que no solo afecta a estudiantes, sino de sobremanera a las y los profesores que imparten docencia en los distintos laboratorios artísticos con que cuenta la escuela. El problema radica en el enfoque neopositivista que aún predomina (y se exige) en la investigación, y en la clásica oposición entre ciencia y arte que subyace en esa concepción del trabajo investigativo. Claramente, el neopositivismo como paradigma epistemológico no responde ni da cuenta de la labor realizada por los artistas. Como indican María Inés Silva y Alejandro Vera, la investigación artística es de carácter perfomático (2010, 24-33) y, por tanto, la investigación artística no puede reducirse a un artículo científico, ni a su metodología hipotética deductiva. Por el contrario, la investigación artística aporta otros fundamentos epistemológicos, tan válidos y necesarios como las estrategias metodologías cuantitativas y cualitativas, para contribuir de manera creativa a la comprensión de los problemas contingentes de la sociedad. Llevado al plano docente-laboral, la carrera de Artes Visuales de la U.A.Ch., se enfrenta a otro problema ligado al actual modelo de universidades, inscrito en una lógica mercantil que demanda constantemente el ajuste de los “costos” laborales y el aumento de los ingresos vía, principalmente, las matrículas de estudiantes, lo cual supone una fuerte presión sobre las/los académicos contratados. Asimismo, para contratar docentes dedicados a los talleres de arte la universidad exige el grado de doctor o de magíster, lo cual es un requisito difícil de cumplir por las/los artistas que en su mayoría están dedicados a la creación de obra, para lo cual ese grado académico no reviste de fundamental importancia. Desde nuestro punto de vista y de cara a la formación de futuros artistas, resulta más valioso que la parte práctica (los talleres) esté bajo la tutoría de artistas con experiencia práctica en el trabajo artístico, cuya excelencia no la certifica precisamente el grado académico de doctor o magíster. Siguiendo a Eisner, “Si se piensa que el objetivo principal La enseñanza del arte desde una universidad periférica

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