Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

145 artesanías o bien artes menores. Esto se manifestaba como problema desde los primeros años de la Academia de Bellas Artes al momento de unirse con la clase de escultura ornamental y con la de arquitectura para fundar la Sección de Bellas Artes en 1858; a saber, el problema de la relación entre arte y artesanía, o sea, la función utilitaria que se le asignó a la enseñanza de arte para con la nueva nación chilena. Digresión histórica aparte, “Espacio contenido” no solo apelaba a la formación técnica y de talleres (cuestión que se discute acaloradamente en la Sede de Las Encinas hasta el día de hoy), sino que hacía referencia al interior de la formación artística. A través de las obras emplazadas en el MAC (pinturas, instalaciones, dibujos, escultura y videos, entre otros), era factible indagar en los vaivenes formativos al interior de la Universidad de Chile, es decir, establecer genealogías, conexiones, tradiciones, apropiaciones y críticas entre el que aprende (estudiante) y el que enseña (académico). En ese sentido, la mirada estaba puesta en el adentro (y no en el contexto exterior, aun sin saber que el porvenir depararía terremotos o movimientos sociales) y el Salón jugaba un papel central en el rito de tránsito que se establece para pasar a los circuitos del medio artístico local. Era una exposición diversa, amplia y explicativa. En algunos sentidos endógena y transparente de los destinos de los alumnos de una escuela de arte. Una de las integrantes del equipo curatorial de ese Salón, Milencka Vidal, lo ejemplifica con los siguientes términos: “La escuela es el lugar que contiene conocimientos, los que son adquiridos por aquellos que ahí se forman, resultando ser el refugio de cada uno de los procesos y etapas de formación de los estudiantes. En un sentido físico y abstracto, ese Espacio, con toda su doctrina, con sus métodos, principios y sistemas, es el sitio para aquellos que decidieron desempeñarse como artistas. A pesar de la precariedad material de aquel espacio, se desarrolló un trabajo plástico, teórico y crítico consciente, donde el estudiante despliega sus propias lecturas, dando forma a los artistas creadores de obra (…) un espacio que acoge el trabajo material y que permanece contenido en el distanciamiento, la intimidad del taller, que pocas veces se permite ver”. Ignacio Szmulewicz

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