Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

143 local (salvo las incursiones incisivas, flagelantes y sarcásticas de Sergio Rojas, Justo Pastor Mellado y Guillermo Machuca, en ese orden de adjetivos). Cada vez más escucho en las voces de los actores de la teoría y el pensamiento sobre el arte un desencanto y un desinterés mayúsculo para con la producción artística (cuestión que se ha propagado sin límite entre los estudiantes de teoría e historia del arte de la Universidad de Chile). Nadie, en el campo de la reflexión, quiere comprometer sus premisas teóricas, ni menos los programas mínimos de las asignaturas que imparten en Escuelas de Arte, en programas de licenciatura, diplomados o magíster. Nadie quiere perder cargos en puestos en el Consejo de la Cultura o en comisiones evaluadoras del FONDART. Sin embargo, nadie está dispuesto a constatar que algo ha cambiado en el arte chileno reciente. Y que ese algo, aún sin nombre, tiene solo algunos síntomas menores. Los dos capítulos que siguen guardan relación con dos ejemplos paradigmáticos de exposiciones de egresados o estudiantes de dos escuelas de arte de Chile. Una, la más tradicional, histórica y canónica del país, cuya memoria se extiende vastamente hasta mediados del siglo XIX y otra marginal, nueva y débil cuyo pasado se encuentra aún no asumido. La primera es la Universidad de Chile y la segunda la Universidad Austral de Chile. La primera exposición se realizó en el monumental edificio neoclásico de la Quinta Normal que le pertenece al Museo de Arte Contemporáneo de la misma casa de estudios, lugar particularmente relevante para la historia del arte chileno reciente, por las influyentes muestras internacionales y locales que ha podido desplegar: las selecciones de la Bienal de Sao Paulo, la retrospectiva de Fluxus, por citar solo dos ejemplos. La segunda se montó en la derruida y nostálgica excervecería Anwandter donde se aloja el Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia desde finales de 1994, bajo la eterna dirección de Hernán Miranda. A través de una revisión de ambas exposiciones me internaré en diversas paradojas que se están gestando en la escena artística criolla, tomando como eje de trabajo los centros de enseñanza y la producción visual de los artistas formados a nivel universitario. Todo esto sin perder de vista el contexto actual, desatado con violencia desde febrero de 2010 hasta diciembre de 2011, incluyendo movimientos telúricos y sociales. Ignacio Szmulewicz

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