Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística
19 Licenciados en Arte, junto a igual número de artistas chilenos (representantes de un discurso crítico dentro del campo de las artes visuales), discutieron sus relaciones interdisciplinares y cuáles debían ser sus proyecciones hacia el sistema cultural. Esta metodología se presentaba como oportuna y consecuente frente a la ausencia de plataformas de discusión sobre cómo estábamos formando a nuestros artistas, para qué, desde dónde y cuál era el sentido profundo de nuestro quehacer académico en relación con el imaginario cultural de nuestra sociedad; ubicándonos en la necesidad –desde nuestros propios conocimientos y desconocimientos– de evidenciar el estado de las cosas, por complejo que esto resulte, por distante que nos parezca y sin dejar a un costado nuestros intereses, prejuicios y culturas. A cada uno de nuestros debates se fue sumando la necesaria relación con una mirada país, en tanto las producciones artísticas conforman el plano concreto sobre el cual se funda nuestro material simbólico. La locación: Pabellón 83, Lota Alto. El territorio/espacio donde nos reuniéramos no debía tener pertenencia alguna dentro del campo de la educación formal, ni en el ámbito intelectual y/o académico; pero sí se buscaba el contraste y la tensión necesaria –como localización– para la construcción de pensamiento crítico. Desde aquí definimos que el lugar debía tener un sentido político real, vinculado a lo productivo, que sustentara una cultura territorialmente definida. El Primer Encuentro Nacional de Escuelas de Arte, Lota 2010 es una investigación aplicada de la formación académica disciplinar, que se desplaza a un espacio impertinente para cuestionar el aporte de nuestras producciones artísticas a las propuestas simbólicas, responsables de intervenir las prácticas socioculturales: la escena lotina y la Ruta del Carbón asumieron el rol de anfitriones de esta primera versión de debates entre las escuelas formadoras de nuestros artistas; paisaje propio y ajeno al mismo tiempo, es el entre-lugar necesario para reconocer las diferencias dentro de un campo común, manifestándose las tensiones a puerta cerrada y sin espectadores, porque en nuestra formación de Licenciados en Arte se hacía necesario este primer espacio privado para explicitar nuestras diferencias internas de códigos y repertorios, asunto fundamental para reconocernos e identificar nuestras ambiciones y objetivos. En este marco, invitamos a los directores de las escuelas de arte a participar con una ponencia que tenía como dimensión obligada el perfil de ingreso en relación con las misiones, objetivos y fundamentos institucionales, lo que permitió Carolina Herrera Águila
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