Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística

136 Bajar a la mina Chiflón del Diablo, oír en la total oscuridad de esas profundidades el relato de los exmineros, hoy transformados en guías turísticos, fue una clase informal y magistral de arte. También tomamos un taxi y fuimos al hito de la mitad geográfica de Chile para tomarnos una foto pensando en un futuro trabajo que nunca hicimos. Recorrimos las calles y plazas de Lota para intentar reconocer una historia, nos subimos al techo de un antiguo teatro, reconocimos una cierta arquitectura reflejo de una época gloriosa. Esos ejercicios informales de observación de los lugares son los que esponjan el imaginario. Quizás, en muchos años más podremos hacer un trabajo con lo que nos quedó en la memoria de ese viaje porque las obras son lentas en llegar a la cabeza. Todo tránsito por una ciudad es material para una obra. Eso es lo que intento enseñar a los estudiantes de Licenciatura en Arte de la Universidad de Chile; que construyan su propio banco de materiales con imágenes de archivo, de prensa o familiares, con relatos orales y escritos, con lecturas diversas, para desde ahí construir sus propuestas. Insisto en la necesidad de percibir y entender la diferencia política entre el trazo de un lápiz Bic, un grafito 2B o HB, un plumón o la tinta china. Entre el óleo, el acrílico, el látex o el esmalte sintético. El brillo y la opacidad de la cinta Scotch, el espesor y porosidad de los papeles, la textura de la tela, el derrame de trementina, el error, el azar; todo “por amor al arte”. Ser Licenciado en Arte no significa ser artista. Trabajo de taller, desplazamiento a la calle y clases informales

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