Escuelas de Arte, Campo Universitario y Formación Artística
121 Veamos. Por un lado, los que antaño controlaban desde su autoridad epistémica el proceso de formación en todos sus pasos, dentro de lo que significa la normatividad canónica de una academia, hoy son prestadores de servicios al arbitrio del mercado. Más que obstáculos a vencer se han convertido en facilitadores del objetivo del alumno, que es siempre vencer al otro, dejándose ganar para no dejar de ganar. Por otro lado, los que antaño se debían a la disciplina y el rigor para superar su condición de entrada, hoy día apelan a esa misma disciplina y rigor para convertir a sus profesores en cómplices de un proceso de legitimación demandado por la transferencia de sus deseos y, no pocas veces, sus frustraciones. En la base de todo esto está el conflicto. Por cierto no el conflicto absoluto entre estudiantes y profesores. Más bien un escenario de conflicto impuesto por la confrontación del poder con el saber, desde la incoherencia forzada y confusión complaciente de las relaciones entre esfera privada y esfera pública en el sistema de arte chileno contemporáneo. Aquí entenderemos a la esfera privada como la que acoge la circulación de artistas experimentadores y persuasivos, es decir artistas que operan desde la subjetividad de seducir al otro desde su propio discurso visual con el objetivo de poner un objeto a disposición de su recepción en el mercado. Mientras la esfera pública es el espacio escogido por artistas analíticos y activistas que buscan consensos colaborativos en la posibilidad de construir proyectos intersubjetivos que circulen fuera de su recepción en el mercado. Ciertamente ambas esferas son necesarias y complementarias. Con límites muy complejos de definir las más de las veces. Donde un artista puede transitar de una a otra continuamente según su rol funcional dentro del sistema de arte, lo que es siempre contextual y circunstancial. La incoherencia y la confusión consistiría entonces en no poder definir exactamente cuál es ese rol en cada momento, debido a que en gran parte nuestros modelos de enseñanza no entregan herramientas sistemáticas para tomar decisiones y definir posiciones al respecto. Esa es una carencia estructural, y como tal debería ser asumida como parte de un marco de problemas que transversalmente asistan a las deseadas competencias del perfil. José de Nordenflycht
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