Resistencias: Foro de las Artes 2020

91 * catalina donoso r e s i s t e n c i a s d o m é s t i c a s : r e f l e x i o n e s e n t o r n o a u n a c a s a e x p a n d i d a de pronto, derriba el abatimiento que hasta entonces nos hacía padecer la sumi- sión (ya fuera por cobardía, cinismo o desesperación). Sublevarse es arrojar lejos el fardo que pesaba sobre nuestros hombros y nos impedía movernos. Es romper un determinado presente (…) Es un signo de esperanza y de resistencia” (33) Didi-Huberman piensa la sublevación entonces como signo de la resis- tencia, signo que marca el rechazo a la sumisión. Las sublevaciones, dirá más adelante, “son gestos, formas corporales” (93), que pueden mani- festarse en su plasticidad o su resistencia. Es interesante esto, una resis- tencia (en su sentido más amplio) que puede ser rígida y contundente pero que también puede ser una forma de transformación que nunca se doblega gracias a su maleabilidad. Estuvimos meses en las calles, enlazando esos gestos sublevados, algu- nos pequeños, otros grandiosos. La calle como un lugar de encuentro, una casa abierta. La pandemia nos lleva en la dirección opuesta (todo movimiento tiene su contraparte, como el gesto de mi papá rasgando el afiche), nos regresa al espacio doméstico. Las coreografías son ahora interiores y son los hogares los que se resignifican en este estar confin- dxs y en esta invasión de vida laboral dentro de las paredes de nuestras casas1. Hay una conversación entre nuestros cuerpos limitados en su expansión y las cosas que nos rodean. Los objetos se iluminan de nuevas cualidades y se dejan habitar por los fantasmas de las memorias fami- liares. Así como la manifestación callejera construye memorias que van reconfigurando la fisonomía de la ciudad, cuestiona los relatos oficiales de los monumentos y reactiva una microhistoria de la resistencia que ha permanecido en latencia por décadas, la permanencia en el hogar va poco a poco articulando los imaginarios domésticos en apariencia inofensivos, pero que a su a su propio modo dinamitan también ciertos modos de construir identidades y repertorios de memoria. “A juzgar por las manifestaciones sensibles que circulan en las redes o por las vivencias en primera persona, se podría decir que en este aparente estado de inmovilidad en el que nos mantiene la pandemia, las retóricas cotidianas de los objetos en casa se fragilizan, se subjetivizan hasta descomponerse, habitándose in- tensamente y volviéndose extrañas. Como si todo nuestro deseo de re-ocupar lo de afuera se acumulara para provocar un esta- llido de otro tipo de movilizaciones internas, en un mínimo de espacio compartido con agentes no-humanos que de un modo 1 En el Coloquio “Catástrofe y Paradoja. Escenas de la Pandemia” organizado por la Red de Estudios de Artes Escénicas Latinoamericanas (REAL) desarrollé un poco más este tema en la presentación “Historia pública de una casa: hogares, encierros, refugios”. Uno de los puntos problemáticos tiene que ver también con poner atención sobre las situaciones de violencia dentro de algunos hogares, que por lo tanto lo vuelven todo lo contrario de un lugar seguro, así como la imposibilidad de permanecer en sus casas que para muchas personas significaba quedarse sin una fuente de ingresos.

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