Resistencias: Foro de las Artes 2020

43 o en la manifestación que por alguna circunstancia se hizo más visible, por- que ninguno de estos movimientos podría mantenerse en soledad, ni existir sin una compleja trama de acompañamientos. Recuerdo, por ejemplo, en la Argentina de 2017, el momento en el que jue- ces puestos por el macrismo en la Corte Suprema de Justicia, intentaron aplicar reducciones a condenas por delitos de lesa humanidad, con un fallo conocido como el “2 x 1”. Apenas se conocía la noticia saltó la indigna- ción colectiva. A la semana, una multitud inundaba las calles. La marcha fue imponente a lo largo y ancho del país, con todo tipo de dispositivos que indicaran el descontento: carteles fabricados artesanalmente, flores rojas, bombos, cánticos, muñecos, performances grupales, banderas argentinas, y, en todos lados, los pañuelos blancos en alto. No es que el movimiento de derechos humanos solo protagonizara esta marcha, eran sindicatos, estu- diantes, movimientos feministas, originarios, agrupaciones políticas, ciuda- danxs activadxs por esa memoria colectiva cultivada en años de resistencia y lucha por memoria, verdad y justicia, y por ello, tomaban sus símbolos y los multiplicaban. Luego de esto, los mismos que habían alabado la inicia- tiva trataban de esconderse tras palabras huecas y acomodadas, pero se les sentía el aliento putrefacto y se les veían los colmillos tras el disfraz de cordero. Esa fue una de esas movidas épicas y gloriosas, ejemplares, pero está claro que no se gestó en siete días. A las características antes señaladas de las resistencias agrego otra que para mí es central: que en toda resistencia hay una memoria en la que se asienta y una proyección en la que se espeja. No nacen de los repollos, ni las traen las cigüeñas, no son producto de una espontánea y autogestionada generación. Aunque cada protagonista se sienta autor/a y creador/a –que lo es–, no tiene su marca registrada. Tienen largas preexistencias que se reinventan en cada nueva puesta, cargándoles nuevos sentidos y formas cada vez. Cada generación, cada territorio, cada grupo agregan su impronta distintiva. Por más nuevo que aparezca un acontecimiento resistente, tiene en su gesta diversas memorias que le van integrando, y por más universal que parezca, las condiciones de producción se cuelan en su realización. Se me viene a la memoria la performance de Lastesis, “Un violador en tu camino”. La letra y la coreografía fueron reinterpretadas en decenas de países, y por cientos de grupos en diversas ciudades y poblados. Y si bien la mayoría respetó el texto y los movimientos, en cada lugar adquirió un carácter particular por la u n a p o é t i c a d e l a r e s i s t e n c i a * ana mohaded

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