Resistencias: Foro de las Artes 2020

r e s i s t e n c i a s 30 a prueba las formas de autodescripción de una sociedad y, por ende, son espacios en permanente discusión y tensión social. En ellos se produ- cen permanentemente controversias que implican revisiones históricas y presiones políticas, las cuales alcanzan alto rendimiento cuando las/ os ciudadanas/os los visitan y reflexionan. Si bien la circulación digital/ virtual de los acervos patrimoniales de los museos es un avance signi- ficativo, también es una realidad que la experiencia de visita desde la pantalla tiene un rendimiento particular y hasta ahora desconocido en su comprensión crítica. El ir y ser visto en un museo permite construir un común (uno siempre en disputa, por cierto). Otro punto que me parece importante de abordar es la creciente y ace- lerada improbabilidad en la sincronización temporal entre público y es- pacio cultural. Durante la pandemia, la dimensión espacio/tiempo ha alcanzado una atención aún mayor a la dada históricamente. Si durante la modernidad esta tensión fue uno de los indicadores concretos de la complejidad social, hoy se ha radicalizado su presencia en el cotidiano. Al pensar en la dimensión “tiempo” es evidente constatar cómo se per- cibe cada vez más como un recurso escaso y agobiante. Ya no solo es el tiempo histórico el que se sitúa como un “problema”, sino también el tiempo biológico —vivimos cada vez más—, el de agenda diaria, de coordinación laboral en distintas latitudes del globo, tiempos de socia- lización cada vez más exigentes, etcétera. Coordinar los tiempos entre individuos e instituciones se ha vuelto un acto altamente improbable. Pensemos este fenómeno en los espacios culturales. En todo museo o centro de artes se deben establecer los tiempos de programación anual, organización temporal de su implementación, tiempos de preparación de obra, horarios de funcionamiento del espacio, coordinación temporal de profesionales, delimitación de fechas y horarios de presentación, et- cétera. Entre todas estas temporalidades en juego, resulta cada vez más complejo que los diversos públicos logren sincronizarse con el espacio cultural. En un contexto donde la aceleración del tiempo cotidiano se ha transformado en un recurso de alta complejidad administrativa, será cada vez más difícil alcanzar coincidencias entre los tiempos propuestos y los tiempos posibles entre individuo e institución. Con la digitalización de la oferta cultural, la “percepción de disponibilidad” de las obras en la web irá creciendo exponencialmente y se reducirá la condición de unici- dad/escasez temporal de la obra. Todos los aspectos hasta aquí expuestos —y donde, sin duda, se pueden e n t r a d a s

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