Resistencias: Foro de las Artes 2020
r e s i s t e n c i a s 28 rales que los Estados desarrollan en “beneficio” del sector. Una de ellas es la falsa promesa de democratización/democracia cultural. Si durante las últimas seis décadas los Estados establecieron como meta una cir- culación masiva y equitativa de expresiones artísticas —en sus distintos niveles entre alta y baja cultura— en las sociedades, los antecedentes señalan que aún existe una brecha infranqueable en el acceso a las manifestaciones artísticas. Y esto, además, se está incrementando en el contexto digital. Por ello, en los últimos años las políticas culturales se han enfocado en el concepto de “formación de públicos” para revertir esta crítica condición. Otro elemento crítico en el espacio artístico son las condiciones generales de existencia de las/os artistas. A pesar de las políticas de fomento y desarrollo de capacidades profesionales, las/ os trabajadores culturales siguen viviendo con ingresos intermitentes, previsión social básica y condiciones laborales cuestionables. Decir que estas condiciones se han radicalizado durante la pandemia es una obvie- dad. Esto, además, se ve fortalecido por las lógicas de acceso a recursos bajo el esquema de concursabilidad estatal. Hasta la fecha, estos fondos más bien parecen haber reforzado la metáfora de Max Weber sobre la “jaula de hierro”: una vez que entras en ella, no solo cierras la jaula y tiras la llave lejos, sino también se genera un acomodo a los límites dispuestos por los barrotes. Al aceptar ingresar en ellos, la innovación y creatividad se ven menoscabadas por la rigidez burocrática. Este breve diagnóstico implica para las/os artistas vivir en una resisten- cia cotidiana⁵. Lidiar con estas fuerzas de control implica, por una parte, jugar con reglas impuestas y, por otro, diseñar estrategias de sobrevi- vencia que exigen adaptaciones permanentes, las cuales varían desde financiar con su propio trabajo —paralelo al artístico— sus propuestas creativas hasta desarrollar estrategias de innovación en la circulación y difusión de sus trabajos con las herramientas tecnológicas disponibles. Si bien estas formas de acción resultan atractivas para diseñadores de política pública —por considerarse como “estrategias de emprendimien- to”—, lo cierto es que refuerzan muchas veces estructuras de desigual- dad. Para acceder a las redes de circulación hegemónicas se exigen re- quisitos difíciles de alcanzar o que son directamente abusivos (como ha quedado de manifiesto hoy en día con Spotify). De la mis- ma forma, un número importante de artistas, técnicas/os y trabajadores/as del área cultural han debido reinventarse en otras áreas laborales. Son pocas/os los artistas que, según su condición histórica y familiar, pueden sostenerse 5 William Deresiewicz (2020). The death of the artist. How creators are struggling to survive in the age of billionaires and big tech . New York: Henry Holt & Co. e n t r a d a s
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