Resistencias: Foro de las Artes 2020

177 * ANDREA GUTIÉRREZ VÁSQUEZ das en la vivencia común. Encontrarnos fue enamorarnos de nosotras mismas, de nuestra especie. La trenza se afianzó entre la revuelta feminista y la posterior revuelta social de octubre, ambas eran un cambio cultural que anhelábamos: el inicio del fin de un modelo que nos ha exprimido de vida sin conmise- ración. El activismo se volvía exigente, extenuante en momentos; nos movíamos flexibles siendo calle, reuniones, charlas, conversatorios, pan- cartas, manifiestos, declaraciones, intervenciones, intercalando nuestras múltiples tareas domésticas, laborales, de cuidado, al tiempo que de- bíamos sobreponernos al dolor de las injusticias, a la negación insul- tante y aún así seguir adelante, trenzando la voz colectiva contundente del cambio social que empujaba desobediente los márgenes, exigiendo construir, en un coro a voces, una nueva Constitución. El azote de la pandemia cortó la movilización de cuajo, ya no estába- mos confinadas por el letargo, sino para escondernos de la muerte que rondaba y atormentaba al mundo entero, el miedo volvía a habitarnos. En ese momento nuestros oficios artísticos brillaron. Despojadas de su origen, las obras artísticas y las voces de los y las artistas, fueron com- pañía y consuelo, pero a la vez, nuestro trabajo presente comenzó a ex- tinguirse, la cesantía fue plaga y la sobrevivencia se tomó la agenda: debíamos postergar el optimismo de cambiar el país por el choque fron- tal con el abandono. La institucionalidad cultural nos miraba por enci- ma del hombro cómo nos hundíamos lentamente. Nuestra marginalidad marcada por la informalidad laboral, la naturaleza inestable de nuestros empleos, el vivir al día, el sobreexplotarnos para mantener una línea de flotación estallaba en nuestra cara, nos transformábamos en una especie en peligro de extinción que a nadie parecía recordar que habitaba este ecosistema, una trabajadora, un trabajador invisible. La trenza persistente volvía a desplegarse entrecruzando la tragedia con la esperanza del proceso constituyente. Otra vez había que mezclarse, contaminarse, secarse la impotencia para movilizarse a votar apruebo, porque frente a nosotras se abría optimista un plebiscito de resultado rotundo y la posibilidad cierta de reformulación del orden social levan- tado sobre significaciones hegemónicas, patriarcales y colonialistas. ¿Cómo mirar el futuro constitucional desde el feminismo y el quehacer artístico, como parte esencial de la cultura? ¿Cómo desafiar, con iden- T R E N Z A N D O . R e f l e x i ó n e n m o v i m i e n t o d e u n a p e r s p e c t i v a f e m i n i s t a s o b r e l a s a r t e s y l a c u lt u r a e n u n a n u e v a c o n s t i t u c i ó n .

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=