Resistencias: Foro de las Artes 2020

171 * alejandra araya espinoza D e r e c h o a l a c u lt u r a y d e l a s c u lt u r a s : p a r a c o n s t i t u i r s e y r e c o n s t i t u i r s e e n u n a n u e v a C o n s t i t u c i ó n p a r a C h i l e torio llamado Chile no encuentra amparo, ni justicia, ni protección en la Constitución vigente aunque en ella se digan cuestiones que estaríamos dispuestos a aceptar. Decimos que, en una nueva Constitución, lo cultural es más que un conjunto de derechos. Lo cultural es el principio fundante de un nuevo marco de referencias: plurinacional y multicultural. La distribución del poder es la pregunta por la distribución entre quienes se distribuirían el poder, para ello, es esencial e ineludible nombrar lo innombrable: te- rritorio donde coexisten varios pueblos, territorio de culturas diversas. Y, frente a la página en blanco, pero sin olvido de lo vivido y hecho, decir: Chile es una República organizada en un Estado plurinacional… en Chile los Derechos Humanos se consagran… Este es un cambio histórico profundo, porque es un cambio cultural. La transversalidad de tal afirmación incide en todos los derechos que la nueva Constitución pudiera instituir: humanos, a la salud, a la educación, al medio ambiente, a la cultura. Constituirnos y reconstituirnos exige nombrar y afirmar el derecho a la cultura como un derecho humano y a los derechos culturales como derechos políticos. Derecho a construirse como humanos al ejercer el derecho a la cultura, y derecho a ser un su- jeto político con mi cultura. El derecho a la cultura es garantía del bien común y de lo público. Una constitución organiza jurídica y políticamente al Estado, este es res- ponsable del bien común, del bien que compete a todes quienes dicha organización comprende dentro de un territorio llamado hoy Chile. La cultura es un objeto de derechos con rango constitucional, pues es un bien común que permite la construcción y mantenimiento de los lazos que ligan a un grupo al comprender la herencia de nuestros antepasa- dos, nuestras prácticas y creaciones actuantes en el presente. Ser cultu- rales es inherente al ser humano pues es nuestra capacidad de construir formas de transmisión de una memoria para ponerla en común respe- tando las diferencias al interior de un colectivo.

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