Resistencias: Foro de las Artes 2020
r e s i s t e n c i a s 166 Sin embargo, la gramática monumental no opera en la misma forma en que se articula la historia disciplinariamente. No construye el argumento en el estudio académico de documentos y referencias, sino más bien destila el relato para obtener de éste señas visuales que permitan la configuración de un símbolo cuyas claves de interpretación nos deben ser más o menos comunes. Así, el bronce admite pocas palabras: no todo el hacer del hombre cabe en el héroe, no todo el hacer del héroe cabe en el monumento. Entonces, ¿es posible que el pasado se aloje realmente en éstos? ¿Está ahí el enemigo invisible contra el cual lucha el presente? Primero, habría que decir que el exceso de conciencia del presente res- pecto del dolor y el horror no es equilibrado, en cuanto no considere que toda escritura en eso que denominamos historia es producto de una voluntad interesada, vale decir, responde necesariamente a la determi- nación de un tiempo y una razón. Constituye un proyecto político en sí mismo, y por ende, incluye a todo signo que colabore con la consolida- ción de ese proyecto. Y en ese sentido, ¿no somos cada uno de nosotros parte constituyente de un estado-nación originado en la ocupación y expansión, tal y como hicieron todos los estados nacionales nacientes en el siglo XIX? Y si bien no podemos cambiar el pasado, naturalmente, si podemos hacernos conscientes de esa trama. Ya pasó en la ciudad ingle- sa de Bristol, cuando los manifestantes derribaron la estatua del escla- vista Edward Colston y, sin embargo, la calle principal seguía llevando su nombre, el hospital y la más importante escuela habían sido erigidas con los dineros recaudados por el prohombre a través de la trata de esclavos. La sombra de ese pasado doloroso no deja de estar, por más que la esta- tua haya sido arrojada al mar: las injusticias de otras épocas permanecen encarnadas en otros cuerpos, ahora lejanos e irremediables. Desde ahí es posible colegir que el pasado no se aloja exclusivamente en sus signos y escrituras, y menos es posible comprenderlo como una línea de acontecimientos y consecuencias. Si bien se puede identificar la escritura de la historia como una monumentalización del relato, en el sentido de instituir una mirada sobre lo que pasó, también es posi- ble afirmar que ese pasado sigue estando allí, con escritura y sin ella, y sus consecuencias se infiltran hacia el presente sin diques posibles. No sólo en los cuerpos de los vencidos, las más de las veces sólo restos inertes, otras tantas descendientes que cargan con las consecuencias de la derrota. También en los vencedores, cuyo destino se ha nutrido de las acciones de otros, aún cuando la conciencia contemporánea indique c a p í t u l o 3 . P r o c e s o s c o n s t i t u c i o n a l e s
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