Resistencias: Foro de las Artes 2020
r e s i s t e n c i a s 120 La acción de encender el mecanismo de una guitarra eléctrica no es la misma clase de silencio del instrumento análogo, aunque es también un silencio perturbador: si se pega el oído en la madera del instrumento para percibir la vibración que lo recorre, susurra su salmodia interna, sus vibraciones se acoplan, es electricidad que ulula, se mezclan con los rui- dos parásitos que recorren lo oculto de su cuerpo en el cableado interior de su sistema circulatorio. Mecanismo análogo a la vida, a los cuerpos que duermen y sueñan en un silencio activo. La paradoja del sonido de la máquina y el aparente silencio del cuerpo cuya electricidad resuena en secreto, se acopla, crujen los impalpables cortocircuitos de esa masa que podemos definir conceptualmente como una emoción humana. Se trata de pequeños sonidos, lo casi imperceptible de la vida que nece- sita ser amplificada, hecha cosa en el espacio para ser percibida. Podía imaginar también que es el sonido de las máquinas de las salas de hos- pital en medio de implacables series de luces blancas que parpadean permanentemente y tiñen de frialdad el espacio del miedo, todas unidas por el mismo continuo de corriente que recorre la ciudad en ese enga- ñoso silencio. La aparente calma de una sala de hospital por la noche es también latencia y posibilidad de amplificación de ese zumbido eléc- trico que se mueve en el cableado del gigantesco circuito de la ciudad, compartimos la misma sangre que va y viene inundando cada rincón e intersticio de nuestro mundo. 00:00 Hiss – leve siseo de la conexión eléctrica capturada por las cápsu- las embobinadas con alambre de cobre, su imán atrae las cuerdas, reco- ge su imperceptible vibración y movimiento. No hay reposo ni silencio en el aparente estar quieta de la guitarra. 00: 12 Acorde plano (Mi menor) Se hace perceptible en plenitud la in- ducción electromagnética. Un sonido horizontal es suficiente. Materia- lidad rugosa hecha de capas de resonancia sucia, confundiéndose una a la otra en una suerte de masa indistinta lineal de 10 minutos. No hay posibilidad de un cambio de tono o acorde para desarrollar alguna frase, una melodía de escape que se dibuja en el espacio y el tiempo es a veces un escape, pues afuera todo está detenido en el silencio de la noche cuyo siseo esconde las respiraciones refugiadas del frío, temerosas tras las ventanas. El sonido se debe procesar de tal manera que no se perciba la pulsación de las cuerdas de la guitarra, que desaparezca el rastro de la mano, pues no hay rasgo humano ahí. Es una amenaza, la enfermedad c a p í t u l o 2 . c r e a c i ó n e n t i e m p o s d e c o n f i n a m i e n t o
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