Resistencias: Foro de las Artes 2020
119 * francisco sanfuentes Aunque nada de aquello pueda ser medido, comparado, verificado para llevarlo al plano de las certezas. El proceso se realizó con una guitarra Fender Telecaster, el sonido fue procesado por pedales de distorsión Fuzz, Overdrive, Big Muff, Preamp Empress + moduladores Delay Análogo y Digital, Rever Electro Harmonix y Death by Audio. Algo hay de amenazante en ciertos sonidos que asociamos con lo eléc- trico donde se materializa el movimiento de lo que el saber científico nos dice que son electrones cuya condición es la invisibilidad, sin em- bargo se trata de un territorio de lo que no se ve y sólo se sabe. En con- tacto con los objetos revela su presencia, llevándonos al ámbito de lo frágil e inverificable de la semejanza con la vida, aquello que es zumbido entre las máquinas, lo que cruje como anomalía, el crepitar invisible de los cables siempre al acecho de atravesar nuestros cuerpos. Todo debe comenzar, todo comenzó desde el silencio. Aquí en el estar atento en la escucha nocturna asomado a la ventana de la ciudad en cuarentena. Recuerdo hace años en el Teatro Baquedano sentado a la espera que se inicie un concierto cuya primera pieza es “El Cisne de Tuo- nela” de Sibelius: la orquesta ya en su sitio es una masa de ruidos pro- ducto de los músicos que afinan y practican con sus instrumentos, crujen las maderas con sus pasos, atrás, arriba, el público parlotea despreocu- pado y a la expectativa. Después de un tiempo y luego de una locución en off que da la bienvenida y llama al silencio ingresa a la sala el director de la orquesta en medio de un ruidoso aplauso. Saluda y se vuelve a la orquesta, levanta las manos imponiendo silencio. Algo se contrae en la sala, las respiraciones encogen al punto de su inmovilidad total. Se im- pone la clausura de los sonidos del mundo. El silencio ha tornado en ac- tivo e imprescindible, espesor de casi nada que comienza a resonar cada vez más en una tensión que fácilmente podría devenir en insoportable si llegara a extenderse a los 4¨33 de John Cage. Unos pocos segundos di- latándose por dentro que son la antesala del acontecimiento del sonido articulado que llamamos música. Pronto las cuerdas comienzan a vibrar casi imperceptiblemente como si vinieran de otro lugar que no es esa acumulación de cuerpos que son la presencia de los cuerpos que tratan de pasar inadvertidos en el escenario de la orquesta. Nunca he podido olvidar esos pocos segundos de silencio. r e l a t o d e u n a p i e z a s o n o r a : “ l o q u e n o s e v e / l o q u e n o s e e s c u c h a ”
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