La tormenta de fuego y la Nueva Santa Olga

189 También existe la visión de los medios de comunicación, sobre todo de la TV “en directo”, que da cuenta de la magnitud inédita de la catástrofe, del poder destructivo del fuego y de la extensión y simultaneidad de frentes. La corriente de ayuda se comienza a organizar y, a la altura del post Santa Olga, allí se concentran todas las bases operativas. En la medida que hay claridad en la estrategia a seguir en el combate al fuego, los roles de los medios también se van adecuando y comienza a “verse” que, más o me- nos, cada cual está en el lugar que le corresponde. Dirección y rol de cada cual, esa es la cuestión. Falta hoy mucha sistematización de lo hecho, de los problemas, de las imperfeccio- nes, de los riesgos y de los logros. Lo que parece conveniente, muy en sintonía con las entrevistas a 146 informantes claves, es obte- ner lecciones para “eventos posteriores”, y en particular, cómo ajustar, adecuar y definir normas de nuevos comportamientos productivos, medidas de vigilancia, monitoreo y control, medios de combate más adecuados y oportunos, control estratégico per- manente y conductas planificadas con la población organizada para prepararse frente a desastres que sean incluso superiores a esta catástrofe. Lo mismo vale para la rehabilitación, esa fase intermedia de convalecencia frente a la catástrofe. Dónde es imprescindible proteger a la población, albergarla, dotarla de servicios básicos y donde se va restaurando la operación de los asentamientos hu- manos y de las actividades productivas y laborales. Es el período entre febrero 6 y el 21 de mayo, donde todo el énfasis estuvo en reparar y reponer viviendas destruidas, apoyar sistemáticamente a la fuerza laboral y reestablecer las actividades productivas. Esta normalidad básica, lograda en mayo, requirió mucha coordina- ción entre actores públicos y privados y una relación privilegiada con las familias afectadas. Allí se fue encontrando el camino de la reconstrucción, en el enorme territorio de los asentamientos rurales dispersos de las tres regiones y posteriormente para con- centrarse en la Nueva Santa Olga. Todo ese aprendizaje da lugar a propuestas, cambios y ajustes. Nuevas modalidades de trabajo productivo, nuevos sistemas de alertas, información y respuestas. Formas de cooperación entre las agencias públicas y privadas que aprovechen al máximo los avances obtenidos. De eso tratan estas conclusiones y propuestas, esquemáticamente divididas en temá- ticas particulares que se complementan.

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