La tormenta de fuego y la Nueva Santa Olga
167 pequeños propietarios forestales” (139). Este esfuerzo fue protagonizado por el INDAP, la CORFO, Sercotec y el FOSIS, junto a agencias del Ministerio del Trabajo como el Sence. Con ello, “la batería de apoyos y subsidios efec- tuados en tiempos récord, palearon los efectos económicos productivos en las regiones afectadas” (101). Otro tanto, está en la valoración del trabajo que se tiene de la labor desarrollada por Techo, en conjunto con la ONEMI y casi una decena de empresas privadas en la construcción de unas 1.000 viviendas transitorias (de emergencia) en las zonas rurales apartadas de todos los territorios afectados “lograr construir en ‘la punta del cerro’ esas viviendas de emergencia, sólo fue posible por las y los voluntarios de Techo” (12). “Una empresa muy difícil, pero hicimos unas 1.000 viviendas antes de las lluvias, tal como lo programa- mos” (115). “Una gran coordinación con la vivienda base y el kit básico Sanitario que iba distribuyendo la ONEMI” (31). “En la mayoría de las casas, las familias recibieron adicionalmente el subsidio de vivienda rural, lo que permi- tió soluciones definitivas de alto estándar y superiores a los 100m 2 en muchos casos” (120). Acordado un diseño que mejoró sustancialmente lo hecho en catástrofes anteriores, se trabajó con diversos proveedores y con una rapidez no- table. “La normalización habitacional de familias damni- ficadas, antes de las lluvias sostenidas de junio, es un logro sin precedentes” (114). El testimonio de un voluntariado Techo es preciso: “Estos incendios fueron peor que el terremoto del 2010. Lo que más me impactó es que el incendio de verdad se lleva todo, no hay nada que quede parado. Uno miraba y no había nada. Ver una Villa totalmente quemada era muy deso- lador” (59). Otro voluntario señala: “Llegar a la zona fue bastante impactante. Era muy fuerte ver todo quemado. Había mucha desesperanza en las familias, pero, a la vez, había esperanza porque llegábamos a dar una mano y se sentía que no estaban siendo olvidadas” (48). Es impresionante la síntesis del trabajo de Techo para Chi- le. “Debido a los incendios que afectaron fuertemente en- tre enero y febrero a las regiones de O’Higgins, Maule y Bío-Bío de nuestro país, TECHO Chile movilizó a 3.652 jóvenes a las zonas de emergencia. Durante estos meses, construyó 778 viviendas progresivas para las familias dam- nificadas. (12). 15. La normalización escolar constituyó un desafío enorme. Con la memoria previa de la trágica experiencia del terre- moto del 27 F, que implicó un largo periodo de rehabilita- ción, se trabajó ahora con una experiencia muy renovada, redestinando estudiantes y mejorando los sistemas de trans- porte escolar, readecuando y reparando establecimientos e iniciando la construcción de soluciones definitivas. Se valora enormemente que el año escolar haya comenzado la primera semana de marzo, como en todo el país. “Se programaron todas las reparaciones y nuevos proyectos, lo que favoreció diseñar fórmulas de transición para los estu- diantes que les dieran seguridad adecuada a sus familias” (9), “los profesores y asistentes de la educación ayudaron mucho y es siempre muy notable el papel del profesor y los directores de las escuelas rurales, donde la educación se entrega con muchísimo esfuerzo y vocación” (90). Ese esfuerzo se reconoce en el Ministerio de Educación, en los respectivos Gobiernos Regionales y particularmente en los
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