Cambio climático y desastres naturales : una perspectiva macroregional

24 Desastres y cambio climático los últimos 30 años es muy sostenida en el agravante de la situa- ción señalada y las proyecciones futuras son más bien pesimistas, porque no se han configurado “políticas de contención” y, por el contrario, el aumento de la temperatura de la tierra en Chile continua con tendencias superiores a la media mundial. Otro caso lo constituyen los ecosistemas oceánicos de un muy extenso litoral con un poblamiento menor y actividades produc- tivas asimilables a las economías campesinas que comparten con localidades de pesquerías artesanales básicamente de subsisten- cia. Ello acompañado de una utilización intensiva de la industria pesquera de extracción con escasas regulaciones ambientales, definen un litoral costero pobre, con desarrollos turísticos de temporada y una provisión estructuralmente escasa de bienes y servicios públicos básicos para su población. Estos diversos ecosistemas costeros, de una fragilidad elevada, han acentuado dicha condición con el calentamiento oceánico, el aumento de su acidez y un comportamiento marítimo más proclive a mare- jadas cada vez más numerosas y otras alteraciones a la produc- ción pesquera. Las últimas investigaciones mundiales, acentúan la preocupación por la amenazada línea costera, como resultado de la erosión y el aumento del nivel del mar. Estos cambios en la línea de costa tendrían apuntaciones especialmente graves en Australia, Canadá, Chile, México, China y USA. A lo anterior se agrega en el caso chileno de la debilidad es- tructural de los diseños de control de marejadas y sobretodo de inversiones que son cuantiosas. La amenaza efectiva es que en las próximas décadas tendríamos la desaparición o disminución drástica de nuestras playas y efectos de invasión marítima sobre las ciudades costeras de dos a tres cuadras, como los que se han mostrado en los últimos años en Viña del Mar. ya constituye un problema severo para entidades técnicas y Mu- nicipios en periodos de riesgo estacional mayor. En el caso del invierno altiplánico, anualmente el riesgo se expresa en desastres periódicos de magnitud diversa. Las inversiones insuficientes para enfrentar estos riesgos, que son de una envergadura muy cuantiosa, hacen que solo se hayan efectuado faenas y construc- ciones mitigatorias en ciudades emblemáticas. Esta situación tiene habitualidad para la estación del “invierno altiplánico” en el norte grande y en zonas australes donde las características de una geografía riesgosa existen como en buena parte del trazado de la Carretera Austral entre Puerto Montt y sur de Aysén. Hace décadas se podrían configurar una heterogeneidad de ecosistemas como zonas predominantemente desérticas, con al- gunos ecosistemas de entre los más áridos del planeta; la emer- gencia de ecosistemas agrícolas excepcionales en el norte chico; una importante zona central de base agrícola con regímenes de estaciones bastante marcadas; un conjunto de ecosistemas forestales de gran valor en el centro sur y un sur y un territorio austral con ecosistemas prístinos de enorme valor ecológico. Desierto y Antártica configuran ecosistemas “extremos” de una geografía sumamente rica y variada que respondía a las regula- ridades de una climatología relativamente predecible. Hace algunas décadas ya que esa configuración manifiesta varia- ciones de gran significación, como resultado de la elevación de la temperatura media de la tierra en el conjunto de nuestra geogra- fía, con el consiguiente fenómeno de una desertificación hacia el Sur, un desplazamiento paulatino y sostenido de múltiples cultivos agrícolas también hacia el Sur y los consiguientes desequilibrios en los ecosistemas macroregionales como en los que correspon- den a subsistemas específicos al interior de ellas. La tendencia de

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