Cambio climático y desastres naturales : una perspectiva macroregional

237 unificación y dirección pública de “mando único”, podrá inducir diferentes regiones jurisdiccionales en la coordinación de agencias públicas para una macroregión. El mando único no es una cuestión demera autoridad. Debe haber un respaldo efectivo de conocimiento, debe proyectarse autoridad y eficacia hacia la sociedad, también armonizarse lógicas, criterios y finalidades institucionales habitualmente muy compartimenta- das. - Eso lleva al “trabajo en equipo”, el esfuerzo coherente, es precisamente el que asegura logros significativos. Se trata de explo- rar la histórica compartimentación de nuestras agencias públicas, reemplazando ello por formas superiores de coordinación sujetos a mando único. Para que ello ocurra, se requiere conocimiento previo, rigurosidad de los protocolos y una preparación y adies- tramiento que nos permita enfrentar incluso desastres naturales inéditos. Lo anterior no es la “norma habitual” en los servicios públicos, ha- bitualmente circunscritos en sus propias fronteras institucionales y hasta disciplinarias, propios cada cual de “un lenguaje y una prác- tica propia”. Lo fundamental es la acción inter agencial eficiente, lo que requiere liderazgo establecido con base científica, claridad de mando y dirección precisa. En esa línea, la historia reciente nos muestra que puede haber un mando unificado eficaz, com- partiendo las responsabilidades directivas de las administraciones regionales con las jefaturas militares en las circunstancias de catás- trofe constitucional. Esos mandos fundamentan las capacidades de dirección unificada e integral de las agencias y servicios públicos. Esta dirección pública única, coherente y coordinada debe estar fundada en la evidencia científica. Allí es donde las comunidades de expertos y especialistas, entidades universitarias y el mundo or- ganizado de entidades no gubernamentales desempeñan un rol ferencial, ya sea porque han ocurrido desastres anteriores o porque las condiciones de riesgo son superiores. Todo lo anterior requiere un manejo preciso de los territorios, más allá del mapa o una car- ta de riesgo global. Es más, como ocurrió en marzo de 2015, los Aluviones se sucedieron en un vasto territorio longitudinal de lo que hemos identificado como macroregión Norte, con particula- ridades significativas en quebradas o agrupaciones de ellas, más contiguas en su geografía. En la macrozona sur se identificará las extensas zonas de riesgo para macro incendios forestales, sobre todo en la sección longitudi- nal del secano costero, y siendo “esas zonas” las áreas obvias para estas amenazas. Un análisis territorial desagregado de alerta para amenazas en zonas “menos naturales”, las que también son foco de alto riesgo en tiempos de conjunción climática “40-20-40”. De modo que para cada Plan de Acción macroregional es fun- damental mapear precisamente las zonas de amenazas y riesgos, así como un instrumento que se va “rehaciendo” de cuando en cuando, a partir de las ocurrencias de fenómenos críticos, cuan- do cada territorio habla y deja su huella, o cuando los niveles de conocimiento agregado permitan definir riesgos potenciales de significación. Las capacidades institucionales publicas plenamente des- plegadas. Un aspecto esencial de la estrategia de Acción climática ambiental será el pleno despliegue de las capacidades institucionales públicas. La cuestión fundamental es aquí la respuesta integrada, coherente y colectiva. Debe imponerse una férrea dirección unificada de las instituciones bajo un mando reconocido, con liderazgo eficiente y con autoridad efectiva sobre el conjunto de agencias públicas. Esta

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