Arte contemporáneo en Chile : cuaderno pedagígico
18 Arte contemporáneo en Chile Por ejemplo, la intimidad con su interminable lista de detalles puede ser repensada por las estrategias artísticas, convirtiendo un álbum de fotografías familiares en una obra de archivo que une episodios biográficos con operaciones estéticas para crear una performance o instalación. 5 Así, la distancia entre vida privada e historia cultural se modifica, pues se altera la normalidad de los objetos al crear vínculos no esperados. Una reciprocidad entre elementos que pertenecen a códigos y formatos distintos da oportunidad a un ensayo de combinaciones, cuyo resultado es una disrupción o la aparición de un problema que pide ser interpretado, considerando efectos y afectos diferentes. Irrumpe una visualidad negada o encubierta que agrega al presente diferidos medios de análisis y ofrece otro entendimiento de lo normal. El álbum fotográfico –a consecuencia de esta intervención– ya no es una caja de recuerdos, sino un objeto estético social que hilvana la memoria particular con la información histórica, proponiendo figuras alternas que atraviesan la borrosa frontera entre hecho y ficción. En el arte chileno podemos encontrar ejemplos de la misma línea. A través de la fotografía, el video, los retratos y conversaciones por Skype, el fotógrafo Martín Weber, en Mario. Saved calls (2007- 2011), deja constancia y huella visual de su padre obsesionado por el temor a ser olvidado. Gloria Camiruaga, videoartista, en su obra Tricolor (1983) hace de la imagen en movimiento un dispositivo de indagación del lugar de las mujeres en la historia del arte en Chile. En las instalaciones de Josefina Guilisasti, el recurso al género del bodegón es sustituido para colocar, en vez de naturalezas muertas, utensilios domésticos destruidos por el tiempo, como ocurre en Dos camas, un velador, una silla y un Cristo (1999). En todos estos casos, las conexiones entre lo privado y lo público desobedecen las rutinas explicativas; las construcciones visuales están atravesadas por investigaciones sociológicas, antropológicas o historiográficas que cuestionan nuestras conformidades sobre la muerte, el feminismo o la nostalgia. Son obras producidas con diversos medios y tecnologías, en las que lo contemporáneo pone en cuestión los consensos culturales y desdobla las imágenes al permitir que dialoguen con los momentos de la existencia que aquejan a cualquiera. En vez de estar destinadas a la contemplación, buscan la interacción, esperan la continuidad de los temas presentados en las observaciones que nacen del público al conectarlas con su cotidiano. 5. Las metodologías del arte instalado adquieren protagonismo en las propuestas de innovación pedagógica. De acuerdo con el profesor Javier Abad (2020), el arte de acción contribuye a la reflexividad individual y colectiva y permite a estudiantes transitar por diversos roles: actores, creadores, público y deliberantes. Asimismo, incrementa la solidaridad de grupo y el debate sobre las diferencias identitarias, junto con involucrar el cuerpo con el espacio, generando nuevas percepciones y significados que ayudan a trabajar contenidos de diversa índole valórica, política o estética.
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