Prácticas pedagógicas en la diversidad: III Coloquio de Danza y Educación
también los espacios para la formación ciudadana mediante la formación artística. El ámbito de la enseñanza estética se expande como medio para el conocimiento social, tanto de la sociedad propia como de otras. La reflexión sobre el sentido estético y las prácticas artísticas dominantes de cada sociedad, en cada época, permiten comprender su estructura social, sus problemas, conflictos y soluciones, su ética y su vida política. Sin embargo, se ha de entender que la mirada es desde hoy y desde lo nuestro, tanto para el pasado como para lo externo… En síntesis, la educación artistica puede y debe fortalecer la formación cívica en los campos ético (valores, actitudes y prácticas), cénicas es reconocer la forma en que ocurrió el acto creativo, en vez de limitarse a ver y va- lorizar solo el producto final (o el resultado). Se debe adquirir la capacidad de describir el proceso y también el resultado, de categori- zar los elementos que lo conforman y esta- blecer asociaciones. El desafío del profesor es descomponer y valorar estos procesos, para que los estudiantes que viven la experiencia logren ser agentes de su propio aprendizaje, haciéndose conscientes de estos, valorán- dolos más allá de los resultados artísticos y extendiendo estos saberes a la comunidad educativa. El resultado formativo sería enton- ces difícil de materializar siempre de la misma forma, aunque sea registrable, acumulable y analizable. Para que esto sea posible, el pro- fesor de artes debe acompañar al estudiante en la búsqueda de sus respuestas: “Desde la perspectiva mayéutica la capaci- dad de ser creadores no se puede enseñar porque ya reside en cada quien, de lo que se trata es de ayudar a dar a luz o darle emer- gencia a esa facultad latente, no a transmi- tirla de profesor a estudiante. La diferencia entre enseñanza y aprendizaje equivale a la que existe entre la trasmisión de información referida al conocimiento y la construcción misma del conocimiento por vías dialógicas” (Laignelet, 2011). La experiencia estética es parte de este hacer creativo, siempre transformador y medular en la educación artística, en tanto educación estética. En la escuela, permite al estudiante agudizar la percepción, establecer asociacio- nes dinámicas entre elementos de su entor- no, estar atento y reencontrar en un mismo lugar o un evento de la naturaleza, el goce estético y la conmoción de las convicciones y estructuras de pensamiento: “La experiencia estética permite establecer relaciones sensibles con las estructuras que establecen y conforman las personas con la realidad, con los otros y consigo mismas, en la medida en que permiten imaginar e inventar otras posibles formas de pensar y representar el futuro. Por ello, la educación estética resulta relevante en la construcción de formas colec- tivas de subjetividad en todos los escenarios enfocados al desarrollo del ser humano, te- niendo como principales ejes: la constitución del sujeto (entendido como un movimiento per- manente en relación a los otros), las relaciones y compromisos con la ética, la afectividad y la actividad creativa en contextos de enseñanza y aprendizaje (la educación artística implica, de esta manera, también compromisos, ya que no existe el aprendizaje sin promover cambios para la igualdad)” (Abad, 2006). Ante tal importancia para la vida humana, se debe considerar qué funciones del pen- samiento están enlazadas a la experiencia esté- tica. Entre ellas se encuentra el pensamiento global 5 y la capacidad de simbolización. Sin lugar a dudas esta última es uno de los as- pectos más desarrollados en la bibliografía sobre la educación artística y la importancia de las artes en el desarrollo humano. Tanto Nelson Goodman como Abad lo mencionan; el primero enfatizando en las características del arte como sistema simbólico fruto de la capacidad de simbolización humana, y el se- gundo observando al arte en su reelabora- ción de códigos de representación a través de símbolos e instrumentos culturales, “sis- temas simbólicos de relaciones que interfie- ren tanto en la experiencia individual como en lo que afecta al imaginario de una comu- nidad, y que alcanza su plenitud a través de la experiencia estética” (Abad, 2006). Siendo así, sería necesario considerar la capacidad de simbolización de los estudiantes dentro 83
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