Prácticas pedagógicas en la diversidad: III Coloquio de Danza y Educación

caso, el cliente-estudiante) datos precisos que permitan predecir un éxito o fracaso fu- turos (por ejemplo, del proceso educativo). Esto último, si bien ha traído algunos bene - ficios en la revisión de las labores docentes, ha traído también una peligrosa estandariza - ción de procederes, dejando en un plano con suerte secundario (sino tácito) la revisión de la dimensión afectiva en el aula que permita la existencia de las interrogantes recién plan - teadas. Sabemos que esta dimensión afectiva tiene una incidencia de importancia en nues - tros procesos de percepción-atención-acción y, por tanto, de aprendizaje, o en términos varelianos, en nuestros procesos enactivos 3 . Es decir, la percepción así considerada sería un tipo más de acción, una acción de primer orden, la que guiaría una acción consecuente, una de segundo orden, que se hace conscien - te a través de la atención, y que, y esto es lo central en lo que planteo, posee motivaciones afectivas y cognitivas. Viene al caso en este punto citar al doctor en psicología Jean-Marie Pradier, cuando nos dice que: Sólo percibimos lo que hemos aprendido a percibir. Podríamos añadir: sólo percibimos lo que deseamos percibir. Motivación, atención y experiencia individual están íntimamente aso - ciadas en una actividad que también abarca una dimensión afectiva 4 . Es decir, necesitamos motivarnos para per - cibir, pues la percepción es en sí una acción, una decisión que ocurre en un plano afectivo. Postulo entonces que para que esta motiva - ción pueda ocurrir, debe propiciarse un plano afectivo sustentado en el amor y la aceptación del otro, pues de este modo se podrá edificar un tipo de sociedad que se aleje del autorita - rismo patriarcal actual y que permita un viraje real en nuestra construcción ciudadana. Esto requiere de una decisión docente, que muy probablemente entre en contradicción con la necesidad actual del sistema educativo, de sa - tisfacer una ansiedad por resultados que cum - plan con ciertas normas. En otras palabras, de satisfacer un aprendizaje “exitoso”. El dicciona - rio de la Real Academia Española curiosamen- te define “exitismo” como una palabra usada en Chile para significar un afán desmedido de éxito. Este afán desmedido que pareciera caracterizarnos como sociedad surge, en mi opinión, por las necesidades concretas de in - serción en unmedio laboral voraz y deshumani - zado, donde la productividad es lo fundamen - tal, quedando todo el resto en un segundo y olvidado plano. Citando al doctor en filosofía política Daniel Loewe, “[e]l exitismo no deja espacio para la creación desinteresada, sino sólo para planillas Excel y encuestas. Para lo inmediato, cuantificable, vendible” 5 . Nada más lejano a una educación comprometida con el desarrollo de las potencialidades del es- tudiante, que se caracterice por su proyección a largo plazo, por lo cualificable, por lo intan - gible. En otras palabras, estamos hablando de 4. Pradier, J. M. (2001). Artes de la vida y ciencias de lo vivo. Conjunto, vol. 123, p.10. 5. Loewe, D. (2013, 4 de junio). El fracaso de los exitistas. El Mostrador. Recuperado desde http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2013/06/04/el-fra- caso-de-los-exitistas/. 5

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