Prácticas pedagógicas en la diversidad: III Coloquio de Danza y Educación
sistema: siempre hegemónico e impuesto por orden ideológico y económico. Esta disciplina y ordenamiento se agudizan en la vigilancia del cuerpo a través de las arqueologías del poder que pueden ser tan explícitascomo im- plícitas, dejando establecido entonces que el género responde a un producto cultural, que es aprendido y, por lo tanto, se puede modifi - car. Para Marta Lamas (1999) lo esencial de la categoría género, lo que permite su existencia y funcionamiento es el “proceso de constitu - ción de orden simbólico que en una sociedad se fabrica en torno a las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres” (p.158) , seña- landola importancia que tiene la corporalidad en tal identificación. Esta corporalidad se basa en estereotipos de género que vendríansien - docualidades,comportamientos,acciones y prácticas quetienen relación con el deber ser que se impone a los géneros en su expresión binaria femenino-masculino. Es necesario se- ñalar que un elemento común de todas las cul- turas que generan estas diferencias de género desiguales es que se asocia a la mujer con algo que los sujetos subestiman, de ahí la relación con la naturaleza en su sentido más amplio, y de ahí la desvalorización del cuerpo de la mujer, otorgándole una corporalidad siempre pequeña, achicada. El género se corporifica en cuerpos concretos que se modelan social y subjetivamente, tiene un correlato inmediato en la producción social de los espacios, y se re- presenta y se simboliza a través de discursos y representaciones sobre lo femenino y lo mas- culino desde la puesta en uso de esquemas de género y desde la producción de identidades y categorías sociales presentes en el lenguaje (Bourdieu, 1991). Volviendo a lo expuesto por Foucault, concebir al cuerpo como un texto en donde se leen las relaciones dicotómicas de poder, es urgente para poder generar un punto de partida desde donde nazca una pedagogía que aborde la ideología de género de manera protagónica y no de manera pasiva. Nuestra sociedad está construida desde lo visual, así mismo los métodos de enseñanza. Es a través de imágenes que se construye la estructura de pensamiento y de percepción, en este caso, desde el orden hegemónico que ha puesto a lo masculino en lo más alto. Esta conceptuali- zación de sexualidad está estrechamente rela- cionada con los estudios genealógicos realiza- dos por Michel Foucault, respecto de cómo ha sido posible que el sexo fuese situado en un lugar de producción de saber. Para Foucault, la libertad sexual que se logra en la sociedad occidental, a través de su análisis de cómo se produce la verdad sobre el sexo en estas so- ciedades (Scientia Sexualis) no es una libertad real, puesto que se logra a través de la confe- sión. El objetivo de poner la sexualidad bajo distintos tipos de confesiones (psiquiátricos, médicos, religiosos) es una forma que intenta, por distintos medios, evitar el autogobierno de los cuerpos y losdeseos. La confesión pone al sexo en el espacio del sín- toma, por tanto, a disposición de la sanción de la enfermedad y el cese de dicho síntoma: la cura. Son diferentes dinámicas que establecen una red de relaciones de fuerza que han ido modificando los discursos sobre el sexo y que mantienen esos discursos de manera móvil. De esta forma, la verdad sobre el mismo se ha ido modificando, ha ido cambiando a través de la historia. En el siglo XV, los códigos de lo lícito eran diferentes; había otras convenciones que permitían se entendiera de manera distinta la higiene, lo obsceno y el morbo, haciendo que la concepción sobre cuerpo fuese también dis- tinta. La infancia y el infante nacen en la edad moderna, así como otros roles etarios y de gé- nero. La sexualidad comienza entonces a guar- darse, a ser privilegio de la sociedad conyugal que la absorbe en sus lineamientos burgueses para darle una tarea reproductora, reserván- 36
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