Prácticas pedagógicas en la diversidad: III Coloquio de Danza y Educación

y valorización sobre la zona pélvica, la expe- riencia del amor, del afecto, de su utilidad. El cuerpo no se es biología pura, ni materia dispuesta solamente a la interacción social, ambas cosas radican simultáneamente cons- truyendo un cuerpo social; esto hace que se sea Cuerpo y no solo que tengamos Cuerpo. Bajo este argumento cabe señalar y contex- tualizar, a modo macro, un poco de la histo- ria de cómo y de qué formas el cuerpo pasó a ser comprendido como un objeto público y social, dispuesto a recibir y reproducir un tipo de comportamiento establecido :“Entre la bur- guesía del siglo XIX, los conceptos de erotismo se expresaban casi exclusivamente con temor y; en consecuencia, a través del filtro de la represión, toda acción sexual era oscurecida por un sentimiento de violación, una violación del cuerpo de la mujer por parte del hombre, violación del código social por dos amantes, violación por dos homosexuales de un código moral más profundo” (Senneth, 2011, p.15). El cuerpo se vuelve uso de leyes y legislaciones como también instrumento de reproducción cultural. A este argumento se suma también el cambio sobre las políticas territoriales vivi - das en tiempos de colonización en Abya Yala o América, donde comenzó a imponérsela pro - piedad privada y con esto la propiedad sobre los cuerpos que abarcaban el sector, poniendo al Hombre como dueño-propietario de estos, volviendo objetos a la tierra y a los cuerpos, principalmente al cuerpo de la mujer, que se ha visto ligado a la naturaleza, a la tierra como una relación intrínseca. Con este cambio de paradigma, se cambia la noción de cuerpo y la relación con este: “En su historia de las formas de gobierno, Foucault presenta una periodiza- ción de las relaciones entre gobierno y terri- torio. Según Foucault, en la época feudal y la modernidad temprana la forma de gobierno fue el gobierno del territorio o [dominio] de un señor feudal o rey, que incluía todas las cosas y personas contenidas en ese espacio delimi - tado. Solo después, a partir del siglo XVIII, el gobierno se transformó en gobierno de la po - blación, es decir, de la administración del gru - po humano asentado en el territorio. Esa mu - tación significó un cambio muy profundo en la concepción de la propiedad y la posesión que, ciertamente, debido a la contigüidad cognitiva entre cuerpo, mujeres y territorio, resultó en una transformación profunda en las concep - ciones de género y sexualidad” (Segato, Rita. 2016,p.59). Mediante la violencia se comenzó a imponer la propiedad territorial y de cuerpos, también los manuales de comportamiento y es- tética, disciplinando y estructurando un lenguaje corporal diferenciado entre indígenas y colonos, entre hombres y mujeres, entre burgueses y pobres. “En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en Améri - ca, descubrieron que estaban desnudos, des - cubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja” (Galeano,2012) . La conceptualización y relación con el cuerpo que se reproduce en los establecimientos edu- cativos tradicionales (si bien no todos se rela - cionan de igual forma, responden en términos generales a la misma noción) se arrastra desde el siglo XVII, cuando se comienza a generar la concepción moderna sobre cuerpo nutrida de la dualidad mente/razón y cuerpo/materia va- cía, señalando al cuerpo como generador de pecados e inmoralidades, como una cárcel del espíritu, sumando a esto la versión meca- nicista del cuerpo, levantada por la anatomía de Andrés Vesalio, el cual genera una alianza entre cuerpo y ciencia: “Los ojos, pero también 33

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