Prácticas pedagógicas en la diversidad: III Coloquio de Danza y Educación
escolar es resultado de aquel enfoque pedagógi- co: disponer solo los sentidos visuales y audi - tivos a instrucciones, incluyendo poco o nada al cuerpo como creador y adquisidor de cono - cimientos. En los espacios públicos se vislumbra con facili - dad cuerpos sin armonía, sin control motriz, no existe la consciencia corporal ni espacial ya que no se conoce el propio centro del cuerpo. Esta carencia es perjudicial para la salud y calidad de vida. Aún en estos tiempos la información sobre la zona pélvica de las mujeres es escasa, no hace mucho se hablaba que el clítoris era un pene atrofiado. El mantener esta zona bajo presión física y social genera rigidez constante: el que la menstruación dé asco, sea desagra - dable y poco respetada por el contexto escolar genera una relación un tanto agresiva con este ciclo, dando espacio a que las instituciones de - terminen la relación que se tenga con este pro- ceso, en todos los términos posibles, inclusive los emocionales. Cuando se sobrevalora esta zona como vientre vacío que debe ser llenado por un masculino, se determina la función que las mujeres le asignan a su cuerpo y útero. A nivel de educación tradicional no existen tex - tos que desarrollen y expliquen la potencia - lidad que tiene el ser seres cíclicas, poco se profundiza sobre el entendimiento del cuerpo y sus procesos más allá de lo biológico. Las instituciones educativas (incluyendo la ins - titución familiar) se han encargado de formar, determinar y mantener este diseño y enfoque ideológico sobre el cuerpo y su construcción de género. Se condiciona a la niña a ser mu - jer reproductiva; inclusive en los discursos pú - blicos se entrega este mensaje, “Las mujeres están preparadas para ser madres desde su primera regla” (Diputado Issa Kort, 2013) , se exacerban zonas del cuerpo para hacerlas eró - genas frente al ojo masculino y a lo sexualmen - te capitalista, lo que agudiza y permite impu - nemente el acoso callejero y el acoso sexual. Según el Observatorio de Género y Equidad Chile (2015), el 84,7% de las víctimas de acoso sexual son niñas en etapa de pubertad. Lo anterior surge de la noción que tiene la cultura sobre construcción de género y cor - poralidad; la educación y la cultura niegan los cuerpos de las mujeres y sus procesos natura - les, pero los exacerba como objetos sexuales y vientres vacíos. Simone de Beauvoir menciona que “no se nace mujer, se llega a serlo” (1949) , volviendo la mi - rada a la relación y concepción que se tiene sobre el cuerpo femenino independiente de lo biológico, que justifica esta diferenciación (desigualdad) mediante el argumento ana - tómico. Con esto es importante señalar que las concepciones de cuerpo y de género alu - den tanto al conjunto de características y com - portamientos, comoa los roles y valoraciones, impuestas dicotómicamente a cada sexo a través de procesos de socialización manteni - dos y reforzados por la ideología hegemóni - ca y por las instituciones patriarcales -estas estructuras de dominación son autónomas respecto del capitalismo, neoliberalismo, so - cialismo u otros sistemas y estructuras, pero pueden llevarse muy bien con cualquiera-, generando desigualdad en estructuras su- puestamente igualitarias. A través de estas no - ciones se pueden identificar ciertas diferencias en el comportamiento corporal, en su estética y en cómo se relacionan con el afecto, amor, respeto y valoración (estas son muchas veces herramientas políticas de reproducción y na - turalización de las desigualdades de género). Si la experiencia de género es diferente entre hombres y mujeres por la construcción social de sus cuerpos y el mandato diferenciado so - bre los mismos, ha de serlo también la noción 32
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