Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios
98 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS que manifestó públicamente su voluntad de no ser conectado a ventilador mecánico, basándo- se en el hecho de ser mayor de 80 años, y que invita directamente a aquellos en esas edades a hacer lo mismo, fue enmarcada en una idea de gesto solidario con otras generaciones. Se hace un llamado a la vejez como sacrificada ante la crisis y la pandemia, y se explicita su interconexión con la vida de los sobrevivien- tes: la biografía de las generaciones mayores parece quedar en suspensión para que conti- núe la de las generaciones más jóvenes por un bien superior. “Para ayudar a resolver ese dilema, aunque sea un pequeño aporte, renun- cio desde ya a ser conectado a un respirador artificial si con ello se puede salvar otra vida”, asegura Santibáñez. “Lo considero un deber de solidaridad y, junto con dar a conocer esta idea, invito a quienes piensen como yo a que se sumen a este esfuerzo” 16 . El sacrificio de las personas mayores por los jóvenes se naturaliza como una idea de justicia y solidaridad interge- neracional. Tanto en la priorización de recursos médicos como en la carta mencionada, se manifies- tan expresiones de viejismo, entendidas la primera como estructural y la segunda a nivel subjetivo. El viejismo se refiere a estereotipos (cogniciones) y prejuicios (actitudes o emocio- nes) sistemáticos, representados en imágenes, atributos y características que se le asocian a las personas mayores solamente por razones de su edad y que se traducen en acciones de discriminación (60 años es la edad de inicio de la etapa de la vejez, de acuerdo a la definición de la Asamblea Mundial de Envejecimiento). En diferentes ámbitos de la vida social moder- na, simbólicamente la vejez se ha construido como una carga, como un territorio indeseable, problemático, precario, vulnerable, enfermizo, solitario. Su existencia social se reduce al rol que tienen al interior de las familias, nombrán- doles como los “abuelos” o “abuelitos”. Nadie quiere ser viejo/a. A nivel estructural, el viejis- mo se manifiesta como un refuerzo sistemático del sesgo contra las personas mayores en las acciones, medidas y discursos de las institucio- nes sociales. A nivel subjetivo, por su parte, este se refiere a la interiorización de esos estereoti- pos (asimilación de visiones fijas, naturalizadas y generalmente negativas de la vejez) en las propias personas. Más aún, la transición hacia la vejez en el curso de la vida está permeada por el viejismo, que se convierte en autoestigma 17 para las personas que cruzan el umbral hacia la vejez. Es decir, estas desigualdades simbólicas sobre la vejez, se encarnan en los propios suje- tos que viven esta etapa. En contexto de pandemia o crisis sociosani- taria, ¿desde qué concepciones de la vejez se han tomado medidas? y ¿qué vejez están produciendo este tipo de medidas? Ante cier- tas decisiones en esta crisis, el viejismo estruc- tural y subjetivo han jugado un rol protagónico. Parece ser que el viejismo toma mayor fuerza como un argumento para trasladar a las perso- nas mayores y la vejez a los márgenes, a un espacio reducido y heterotópico de la socie- dad 18 . Por ejemplo, en el marco de las medidas de desconfinamiento, la autoridad sanitaria anunció que “se amplía el permiso para circu- lar a los mayores de 75 años y a partir del 25 de julio [2020], aumentamos la posibilidad de salir una vez al día, por 60 minutos, en la maña- na o en la tarde y [puede ser] con acompaña- miento” (tweet Ministerio de Salud, 23/07/20). Este anuncio, por una parte, se traduce en una menor restricción al confinamiento obligatorio que han tenido las personas mayores de 75 años desde mayo 2020, y busca, al mismo tiem- po, una mayor movilidad en el espacio público principalmente por razones de salud física y
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