Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios
86 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS cada una ha construido una disciplina estadís- tica propia: econometría y bioestadística. Ossandón ha dicho algo que converge con lo que aquí estamos diciendo 15 . Desde los trabajos de 1660/1670, de Graunt/Petty la mortalidad ha ocupado un lugar privilegiado en la gestión de estos proyectos 16 . El episodio actual pone un cuño del siglo XXI a esta combinación. En una figura trazada como juego de suma cero, hemos asistido a una colisión entre la economía y la salud pública, como formas de gobierno cuan- titativo, alternativos y excluyentes. El resultado neto es malo. No sólo para los dos campos o polaridades intelectuales involucra- das, sino más lamentable aún, para la democra- cia como forma de construcción de lo público. Ossandon tiene mucha razón al señalar que los mercados son organizaciones. Y que pueden y deben ser comprendidos desde la socio- logía. También la tiene al tomar distancia de Callon 17 respecto de la posibilidad de resolver los problemas colectivos a través de mercados. Las imperfecciones son a los mercados como lo real era a los socialismos. Son su forma de existencia, desafortunadamente funcionan con imperfecciones y funcionaron como reales. Para salud esto significa que los mercados de salud siempre son sobrepasados, desbordan o excluyen. Por más regulación que se les meta. Lisa y llanamente no son una solución. Pero tampoco una planificación centralizada tecnocrática es la respuesta. Porque el proble- ma de fondo es político y requiere debate, tensiones y soluciones. Ningún automatismo ni ningún cerebro central puede resolverlo. Tenemos una organización de salud disfuncio- nal. Pero tenemos esa organización híbrida que sueña con manejarse a punta de balance score card, Compromisos de Gestión (COMGES), Indicadores de Actividad de Atención Primaria (IAAPS). Y tenemos en esa misma organización, meta de cobertura, de tiempos de espera, de reducción de tasas, propias del socialismo real. Lo que no tenemos es una organización capaz de debatir democráticamente los complejos problemas técnicos de la salud hoy, es decir de producir públicos en salud, más que una salud pública. Debemos a ese gran demócrata que fue John Dewey 18 una claridad mediana sobre los públi- cos y los debates colectivos. Con un poco de serenidad podemos llevar a la cuestión de las cifras sus argumentos respecto a constituir un público. Se trata de una operación epistemoló- gica, de conocimiento colectivo, para arribar a una visión compartida de un problema. Eso es construir un público, desanudar un problema. Los números pueden ser de gran ayuda en ese desafío. Pero requieren una estabilidad y cohe- rencia laboriosa. Más aún, los números invo- lucrados en los problemas actuales requieren una contabilidad que incluya la incertidumbre en sus medidas. Pero hay que adicionarles los vericuetos de sus dimensiones técnicas, que aportan con tanta o mayor complejidad que el cálculo mismo. Por ejemplo, analizar un censo serológico no implica las intrincadas matemáticas, logísticas y procesamiento de un muestreo complejo, además de los ejercicios de inferencia. Necesi- tamos además saberes inmunológicos, de labo- ratorio y sociologías mínimas sobre las formas que organizan la vida colectiva. 7. ¿Una epidemiología sin números? El proyecto de Naomar ha sido lamentablemen- te poco apreciado por las Escuelas de Salud Públicas y los Ministerios. Pero eso no roza ni
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