Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios
74 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS un proceso dinámico y contextualizado, podría- mos visibilizar muchos aspectos que continúan ocultos en el abordaje de las políticas públicas. Para esto es crucial reconocer determinadas características propias a la disciplina antro- pológica, que pueden y deben contribuir a la visión de la salud pública para mejorar su perti- nencia. En primer lugar, consideramos que la mira- da de la antropología aporta un componente particular y crucial al comprender los fenó- menos desde la perspectiva de los y las acto- res/as sociales, considerando sobre todo sus contextos. Esta mirada permite dar cuenta de la heterogeneidad dentro de la desigualdad ampliamente extendida que encontramos en nuestro territorio. Chile es un país cruzado por desigualdades estructurales (Narbona y Páez, 2014; López, Figueroa, Gutiérrez, 2013). En esta pandemia, o más bien sindemia, la desigualdad se ha manifestado de manera más descarnada, aumentando la mortalidad en las zonas donde hay menos acceso a la salud (Departamento de Epidemiología, Ministerio de Salud, 2020). En estas zonas abunda la pobreza, son las zonas de mayor marginalidad, donde habitan los sectores más desventajados de la población. Esa desigualdad trae aparejada una gran hete- rogeneidad de situaciones. La visibilización de esa heterogeneidad y la necesidad de desarro- llar un análisis territorial, contextualizado, es el aporte necesario de la disciplina antropológica a la salud pública. La heterogeneidad de situaciones dentro de la desigualdad puede ser ejemplificada a partir de la realidad de los pueblos indígenas (pero también puede pensarse para la pobla- ción migrante o cualquier grupo de personas que está experimentando una situación de desigualdad estructural), donde se ve clara- mente la necesidad de contextualizar y situar el enfoque salubrista a propósito del COVID- 19. Y esta necesidad se debe a varios motivos: Primero, es importante entender con profundi- dad la dimensión territorial, donde existe una enorme desigualdad (Ta Iñ Xemotuam, 2020). No obstante, las acciones no han considerado incluir un enfoque que contemple la diversidad y la heterogeneidad dentro de los territorios. La situación de los territorios que se encuen- tran colindantes a las ciudades también requie- re un análisis específico, donde posiblemente el contagio del virus vaya aumentando a medida que las zonas urbanas incrementen su dificul- tad para satisfacer las necesidades de traba- jo de la población que habita en ellas. Puede ocurrir una migración importante de personas que vuelven a sus comunidades de origen, a sus territorios o a los pueblos cercanos a las grandes urbes donde habían migrado por la oferta laboral. Cuando esa opción ya no existe, la migración de retorno puede implicar posibles focos de contagio pues se movilizan precisa- mente desde las comunas donde posiblemente existen las tasas más altas de infección. El abordaje de las comunidades rurales se hace necesario, puesto que hasta el momento han estado protegidas por un patrón de asenta- miento disperso y una baja densidad poblacio- nal. No obstante, una vez que la epidemia se vaya expandiendo por los distintos territorios, llegará con mayor fuerza a sectores donde abunda la desigualdad estructural, que puede catalizar en una epidemia endémica (Vega, 2020). En esos territorios hay escasez de agua, pero también las normas colectivas de la vida social son distintas, y a pesar de tener un asen- tamiento disperso, esos elementos pueden generar una mayor transmisibilidad del COVID- 19, con su potencial transformación en enfer-
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