Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios

70 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS dad versus pasividad, constituye un choque en términos de cosmovisión y comunicación. En esta relación las personas que padecen están preocupadas de la coordinación y la síntesis, en cambio quienes estudian e intervienen se preocupan (porque así ha sido su entrenamien- to) de la localización y el análisis (Castro, 2000). No obstante, las personas que son conscientes de la síntesis no entienden la preocupación por la localización, lo que dificulta enormemen- te el diálogo y se constituye en una ruptura estructural. Debido a que la estructura lógica y el modo de hacer de la profesión médica ha generado un habitus particular, se constituye un idioma específico que está poco anclado en la experiencia de las personas que conforman otro modo de sentir y construir las distintas expresiones de la realidad. Siguiendo a Bour- dieu (1981), el habitus es una formación durade- ra, producto de una interiorización de principios que se perpetúan, respondiendo a esquemas de percepción, pensamiento y acción (Bour- dieu, 1996). Y así, la posibilidad de construir una relación dialógica entre las dos partes que debieran ser protagonistas en un proceso de salud-enfermedad-atención, se aleja cada vez más, llegando a ser un monólogo del Modelo Médico Hegemónico. Se ha descrito anteriormente que desde el punto de vista de la biomedicina la realidad se analiza de manera fragmentada pues comparti- menta y aísla los síntomas de los padecimientos, y así también es como se determina el abordaje de los problemas de salud de la población. En esta pandemia hemos visto que desde el inicio la preocupación central ha sido la saturación de la capacidad hospitalaria, expresada en el número de camas críticas con su equipamiento de soporte, donde rara vez se ha considerado el recurso humano o los equipos de salud que deben tener una capacitación adecuada. El resto de los problemas de salud que tiene la población, y los potenciales problemas sani- tarios a los que se verá enfrentada, no fueron considerados en la planificación inicial del abordaje de la pandemia (Agencia Uno/EP, 19 marzo 2020). De la misma manera, la Atención Primaria de Salud fue relegada de la estrategia de enfrentamiento de la pandemia (Saleh, 28 de mayo 2020), lo cual generó grandes falen- cias que de a poco se han ido subsanando: primero, por iniciativa de los propios equipos de salud, y luego, por la presión que distintos sectores de la sociedad civil organizada ejer- cieron sobre el Gobierno (CNNChile, 3 de junio 2020). La fragmentación se hace más evidente al momento de dar cuenta de la incorporación de la comunidad organizada en las acciones destinadas a revertir la situación producto de la pandemia por COVID-19. En este período se ha visto una proliferación de acciones por parte de organizaciones que, en algunos casos se habían gestado antes o durante las movili- zaciones iniciadas en octubre de 2019, o que se originaron en respuesta a las falencias sani- tarias detectadas en los territorios, al hambre, a la crisis económica, a la falta de trazabilidad y seguimiento de la población en relación al COVID-19 y a la desatención de personas con enfermedades distintas al COVID-19 (Vega, 2020), entre otros problemas. Los países que están en fases posteriores de la pandemia nos han mostrado la importancia de poner especial atención en los cuidados comu- nitarios, en la provisión de las necesidades básicas de la población, en los problemas de violencia, en la salud mental con un foco impor- tante en los equipos de salud, en la educación, en las posibilidades reales de asumir las medi- das de prevención, como el uso de mascarillas, el teletrabajo, la cuarentena, y la importancia de pensar en el último tramo del ciclo vital: la

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=