Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios

69 Ensayos sobre la pandemia por COVID-19 las dificultades que consideramos ha tenido esta tradición para enfrentar los problemas de salud pública de la población. Posteriormente, daremos cuenta de determinados aspectos de la antropología que nos parecen útiles para nutrir la visión de la salud pública, compleji- zando y nutriendo la aproximación al proceso actual de salud-enfermedad-atención que estamos viviendo como sociedad, producto de la crisis socio-sanitaria que se ha profundizado a propósito de la pandemia de COVID-19. La biomedicina como el modelo hegemónico ¿A qué nos referimos cuando hablamos del modelo biomédico-hegemónico? En primer lugar, el discurso científico, que es donde se instala el enfoque biomédico, ha sido valida- do para explicar la realidad que vivimos por las fuerzas sociales que detentan la autoridad (Sánchez, 1999). Es decir, se ha institucionaliza- do un saber que es asumido como el verdadero modo de relatar las realidades. Y esta situación conlleva un poder que, para Bourdieu (1999) es un poder invisible, que se ejerce manteniendo la complicidad entre quienes lo ejercen con un conocimiento consciente, y entre quienes se niegan a evidenciar la relación jerárquica, pero contribuyen a ella. Para el antropólogo médico Eduardo Menéndez existen al menos 30 características que estructuran lo que él ha denominando como Modelo Médico Hegemó- nico, entre las que destacan: “biologismo, a-so- ciabilidad, a-historicidad, aculturalismo, indi- i  Se visibiliza esta relación entre comillas para dar cuenta de un concepto que se utiliza de manera recurrente, aunque las autoras no estamos de acuerdo con el uso de ambos términos. En primer lugar, la palabra paciente hace referencia a los sujetos que han sido objetivados, que esperan de manera pasiva e indefinida a ser intervenidos, como la falacia de la vasija vacía a la que hace referencia Trostle: las personas no son vasijas vacías que esperan a ser llenadas con el último conocimiento científico (Trostle, 2005). Pensar a las personas como pacientes significa atribuirles una condición que imposibilita su consideración como personas autónomas, con capacidad de decisión y participación. En segundo lugar, el término médico alude a un personaje masculino con la innegable desigualdad de género que este asunto conlleva. vidualismo, eficacia pragmática, orientación curativa, relación médico/paciente asimétrica y subordinada, exclusión del saber del paciente, profesionalización formalizada, identificación ideológica con la racionalidad científica, la salud/enfermedad como mercancía, tendencia a la medicalización de los problemas, tendencia a la escisión entre teoría y práctica” (Menéndez, 2003: 194). La biomedicina desde sus inicios se situó en una categoría superior respecto a otras formas de abordar los padecimientos, al generar una articulación estrecha con una ciencia positiva (Foucault, 1963) conformándose como eurocén- trica, colonial y estableciendo relaciones jerár- quicas -asimétricas- entre quienes detentan el conocimiento médico y quienes no (Menéndez, 1994, 2003). Asimismo, el enfoque biomédico se caracteriza por ser lineal, que compartimenta y fragmenta la realidad. Esta fragmentación se hace evidente al concebir, por ejemplo, que es posible aislar la causa de una enfermedad (lo que supone que existe una sola causa para esa enfermedad), y que si se neutraliza las perso- nas no se enfermarán (Taussig, 1995). Para este enfoque, la enfermedad es algo separado de la conciencia humana, es un hecho natural y se llama a tomar posesión sobre esa realidad (Good, 2003), cosificando la enfermedad, como si fuera independiente de las personas que la padecen (Taussig, 1995). Otro punto que se releva del enfoque biomédico es la relación “médico-paciente”, i que además de suponer una relación asimétrica, jerárquica y de activi-

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