Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios

35 Ensayos sobre la pandemia por COVID-19 colectiva que realizamos. La enfermedad se manifiesta como una neumonía grave, pero el estigma, la violencia y los toques de queda se producen como respuesta. La negación siste- mática del problema, los fallecidos, el fracaso y la pobreza, responden a intereses; la ausencia de una estrategia efectiva para cuidar la vida se produce por negligencias, incompetencias e ignorancia; y la preeminencia de los intereses y la maquinaria económica proviene de la indo- lencia respecto de la vida de los otros/as y del poder del capital, que deshumaniza la relacio- nes, mercantiliza la existencia y avanza sobre el territorio. Sobre la rememoración La memoria colectiva es recuerdo selectivo compartido, recordamos y olvidamos según nuestra necesidad grupal y a menudo las víctimas y los héroes son parte de las formas arquetípicas del recuerdo nacional y olvidamos lo que no es útil o lo que no queremos o pode- mos enfrentar. Los actores de la salud pública deberán rememorar en cada momento de crisis epidémica, que esta siempre es un artificio, es decir el producto de la interrelación entre biolo- gía y sociedad 27 . Lo que pone en riesgo y afecta la salud colectiva es el virus en su interacción con la pobreza, condiciones de vida material y características socioculturales de un pueblo y esto es lo que da cuenta de su proceso, diná- mica social de los contagios y resultados sani- tarios. En nuestro caso, el virus SARS CoV 2 se entremezcla con una sociedad que margina, segrega, excluye y precariza la experiencia de la vida, generando memorias, identidades y prácticas que afectan la cohesión general y la valorización de la alteridad, determinando inci- dencias elevadas y mortalidades desiguales. Los actores de la salud colectiva que se vean envueltos en la compleja maraña de las decisio- nes sanitarias, aquejados por la incertidumbre y la perplejidad que cada peste trae sobre sí, querrán recordar que los planes se construyen con otros/as, que se parecen menos a órdenes y criterios de actuación, y más a una puesta en común y a conversaciones que problematizan la realidad circundante, que intentan converger con los contextos, territorios y proceso sociales, para configurar un futuro en la diversidad de los proyectos e incertidumbres de los escenarios. El plan es frágil y pequeño frente al contexto y las metas e indicadores son excusas y facilita- dores de la conversación y la acción colectiva. Cada peste nos enfrenta inexorablemente a la incredulidad, la incertidumbre y el fracaso, pero en el diálogo, la reflexión y la organización colectiva podemos encontrar algunas estrate- gias y el sentido de las respuestas. La salud pública que se transfigura con el Esta- do, necesitará recordar que esta identificación acrítica pone en riesgo la salud de la ciudada- nía y el cuidado de la vida del colectivo. Cuan- do la estrategia de cuidado del cuerpo social se posiciona en la unidad, en el consenso y el orden, lo que invoca para sí es su rol en lo policial, que impone el consenso sanitario en un marco de daño y negación del otro/a, que dice qué y se olvida con quiénes, alejándose - la salud pública- de su otro aparecer, la que valora y se posiciona en el disenso y la política como movimiento disruptivo y desacuerdo, es decir la que afirma la igualdad originaria y la transformación del orden desigual y del daño, que pone al centro la vida y su cuidado, los territorios, sus inteligencias y su cultura. Referencias bibliográficas 1. Assmann J, Czaplicka J. (1995). Collective memory and cultural identity. New german critique. 1995.(65):125- 133. 2. Halbwachs M. La memoria colectiva (Vol. 6). Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza; 2004.

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