Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios
25 Ensayos sobre la pandemia por COVID-19 afrontar una anunciada “crisis civilizatoria que el mal vivir y la transgresión han desencade- nado” (Cuyul, 2020) y para prevenir la tragedia que se avecina sobre todo por las condiciones de las personas mayores, fuente de la sabiduría y memoria oral. Dado que desde las epistemologías indígenas la salud mental es inseparable del bienestar colectivo e individual, la pandemia de COVID- 19 es percibida como un hecho social total cuyo centro son los derechos territoriales. El tema de los efectos devastadores en la salud y bienes- tar de los pueblos indígenas necesariamente plantea un cambio estructural de las relaciones de subordinación con el Estado chileno. Un aspecto específico es la elaboración de políti- cas de salud públicas relevantes y basadas en un modelo dialógico de saberes sobre la vida, el ser humano y la relación de este con la socie- dad y la naturaleza, respetando la autodeter- minación como se propone desde los propios pueblos. Perspectivas y líneas de acción para la protección de la salud mental Las soluciones para la salud mental de los chilenos y chilenas son estructurales: un pacto social para un nuevo sistema de salud, fundado en los derechos económicos, sociales, cultu- rales y medioambientales; el proceso consti- tuyente debiera ser el camino que dirima el conflicto social y la crisis de la salud pública por la vía de la generación de una nueva Constitu- ción Política del Estado, en la cual se establez- can políticas y estrategias de salud basados en principios como la solidaridad, la justicia social y las equidades en el abordaje del proceso salud – enfermedad (mental) – atención. En esta etapa crítica de la pandemia es necesa- rio considerar a esta última, sus consecuencias y desafíos, como parte constitutiva de la crisis social y no como un fenómeno separado meta- físicamente de esta. No hay una “pandemia viral” y otra “pandemia social” como ha seña- lado el presidente Piñera recientemente en forma repetitiva; este enunciado contiene una intención de medicalización de la crisis social, que invisibiliza el peso de la cuestión econó- mica como su fundamento último. La salud mental de la ciudadanía, especialmente de los sectores sociales precarizados por el neolibe- ralismo, está condicionada por el cumplimiento de una agenda social inmediata que permita la satisfacción de necesidades básicas de los trabajadores y la comunidad para enfrentar la pandemia ahora. (CUT, 2020; Orgs. Sociales, 2020). Las estrategias de acción en salud mental para este período pandémico deben apoyarse en el fortalecimiento del movimiento social y político, desde donde es posible seguir desarrollando una subjetividad social activa, crítica y propo- sitiva, emancipatoria, produciendo nuevos actores sociales, centrados en la acción trans- formativa de la sociedad y, al mismo tiempo, promoviendo cambios profundos en las formas como se hace práctica de salud mental en los tres niveles de atención. La salud mental de los chilenos y chilenas requiere de un especial e intensivo desarrollo de estrategias y metodolo- gías de acción a nivel de APS, pero de una APS que se posicione en el vértice de la pirámide de los niveles de atención; se trata de la inversión de la pirámide, la superación estructural del modelo biomédico y hospitalocéntrico, recu- perando las directrices fundamentales de la Declaración de Alma Ata. Es la APS, centrada en la participación ciudadana, el componente de la estructura sanitaria más directamen- te vinculado con la comunidad, la llamada a desplegar metodologías de apoyo psicoemo-
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