Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios

19 Ensayos sobre la pandemia por COVID-19 acceso oportuno al manejo del riesgo de conta- gio (Brown, 2020; Rogers, 2020; Xiang, 2020). Desde la perspectiva de la afectación individual de la salud mental con el proceso pandémico, se observa la prevalencia de patologías como el trastorno de estrés agudo, trastorno de estrés post traumático, depresión mayor, trastornos de angustia (especialmente ansiedad genera- lizada y trastorno de pánico). Algunas de estas enfermedades corren el riesgo de cronificar- se ante la ausencia de tratamiento oportuno, otras son de baja complejidad y susceptibles de un adecuado manejo en el nivel primario de atención. Una fracción de estas personas vive procesos de reactivación de patologías pre existentes, especialmente depresión, y requiere de un manejo más interdisciplinario. El estrés postraumático, patología compleja, requiere especial preocupación dada la intensidad de su sintomatología y el peligro de persistencia sintomática a lo largo de los años. En el campo de la salud mental, la clínica se ve muy afecta- da por la restricción del encuentro cara a cara y la exigencia inevitable de atenciones por vías alternativas, ya que priva los procesos tera- péuticos de uno de sus recursos más valiosos: el trabajo colectivo, la psicoterapia individual, familiar y de grupos, las actividades de taller, los hospitales de día, etc. Efectos psicosociales: Un primer desafío es la activación de procesos de duelo individuales y familiares derivados de todo tipo de pérdidas: muerte y enfermedad propia y/o de los suyos, abrupta pérdida de la capacidad de manuten- ción y acceso a la alimentación, al servicio de la deuda y la atención a necesidades primarias, el deterioro de la calidad de vida, etc. Otro efecto devastador es la difusión colectiva del miedo y la angustia ante una amenaza real frente a la cual se batalla apenas con los escasos recursos familiares y de la solidaridad comunitaria; este estado emocional se nutre también de la desin- formación, la confusión y los errores con que las autoridades han actuado frente a la pandemia, demorando decisiones clave para masificar el testeo con PCR y decretar cuarentena total en las zonas con indicadores de riesgo, etc.; todo ello ha derivado en el descrédito y la desconfir- mación de la autoridad, y en la generación de un estado de ausencia de liderazgo en la conduc- ción de las estrategias sanitarias e intersecto- riales. Por otra parte, el confinamiento social de los sectores más desprotegidos por el sistema económico en ausencia de un soporte razona- ble desde el Estado para sobrellevar el encierro, muchas veces en condiciones de hacinamiento forzado, agrega fenómenos como la violencia contra la mujer, el consumo excesivo de alco- hol, el maltrato a los niños, el debilitamiento de los lazos sociales con los espacios de pertenen- cia y con la familia extensa, etc. Muy lejos de un ideal de cuarentena familiar que se proyecta sobre la ciudadanía desde el ámbito televisivo cuando se promueve la imagen de familias de estrato social medio-alto que hacen del encie- rro un lugar placentero, casi deseado, que se centra en el disfrute compartido de un tiempo libre casi sin tensiones internas; una mise-en- scène de una condición idílica, aplicable solo a un segmento menor de la población chilena. El fracaso de la aplicación de un modelo tele- mático o informático para la continuidad de los estudios en casa de los estudiantes básicos y medios es reflejo del impacto traumatizante de las inequidades sociales sobre los padres y los estudiantes del sector público, quienes no cuentan con los recursos para ello, situación que ha afectado alrededor del 50% de esos hogares.

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