Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios

106 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS nidad de grupo como una política de salud pública válida, es aceptar que aquellos que tienen menos recursos médicos, alimenticios y de vivienda, quienes viven de su trabajo y deben exponerse al virus al salir de sus casas a buscar su sustento, tendrán más posibilidades de enfermar gravemente y morir. Es el retorno de una eugenesia que creíamos desaparecida hace décadas. Las cifras en la Región Metropo- litana son elocuentes: las tasas de mortalidad por 100 000 habitantes por COVID-19 en las comunas de Pedro Aguirre Cerda y Lo Espejo son de 193.9 y 182.0 y en las comunas de Vita- cura y Lo Barnechea son de 63.0 y 59.6 7 . La vacuna para COVID-19 En abril de este año, el director de la OMS presentaba una propuesta colaborativa para enfrentar el desafío de una vacuna para preve- nir el COVID19: “El mundo necesita estas herra- mientas y las necesita rápido. Experiencias pasadas nos han enseñado que incluso cuando existen, no han estado disponibles igualmen- te para todos. No podemos permitir que eso ocurra”. En esta misma conferencia el Secre- tario General de la ONU, Antonio Guterres, decía “Un mundo libre de COVID-19 requiere el esfuerzo de salud pública más masivo en la historia mundial” y agregaba “Los datos deben ser compartidos, la capacidad de producción preparada, los recursos movilizados, las comu- nidades involucradas y la política reservada. Sé que podemos hacerlo. Sé que podemos poner a las personas primero”, agregó 8 . Tal iniciativa colaborativa nunca llego a puerto. Lo que realmente tenemos hoy es a diversos centros científicos, a laboratorios y a gran- des compañías farmacéuticas en una feroz competencia por desarrollar primero la vacuna contra COVID-19. Sin duda esto traerá enorme prestigio y beneficios económicos a las corpo- raciones que lleguen primero a la meta. Esta lógica de competencia ha desplazado la lógica de coordinación y colaboración que hubie- ra permitido, probablemente, desarrollar una mejor vacuna. La vertiginosa carrera desatada ha dejado muchos cuestionamientos y puntos ciegos en el camino. Desde el comienzo de la pandemia distintas voces del mundo de la ciencia se han levan- tado para pedir que los datos y la información estén disponibles para toda la comunidad de investigadores. El análisis independiente y crítico de estas investigaciones juega un papel fundamental, ya que la presión de la emergen- cia puede hacer que Estados, instituciones o individuos relajen los controles y precauciones establecidos para estudios de este tipo. Por otro lado, no cabe duda de que esta vacu- na puede llegar a ser un gran negocio. Hoy, la industria farmacéutica parece imprescindible en la fabricación y distribución de vacunas. Lo que no debemos olvidar es un hecho prime- ro: Esta industria está regida por intereses de mercado que no son los de la salud ni el bien común. Varias organizaciones no gubernamen- tales han exigido a las grandes corporaciones farmacéuticas que se comprometan a vender cualquier posible vacuna a precio de costo, sin agregarle los costos de investigación o produc- ción que han sido financiados con dinero públi- co o filantrópico. A pesar de estos llamados, al menos tres de estas empresas (Pfizer, Moderna Inc. y Merck), han declarado oficialmente que no las venderán a precio de costo 9 . Otro punto que ha preocupado a distintos sectores es asegurar un acceso oportuno de la vacuna a toda la población. No solo por equi- dad sino también porque es la manera más rápi- da de terminar con la pandemia. Para esto se

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