Virus y sociedad : hacer de la tragedia social, una oportunidad de cambios
100 VIRUS Y SOCIEDAD: HACER DE LA TRAGEDIA SOCIAL, UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIOS En contexto de pandemia, las personas mayores han sido reducidas al grupo de mayor riesgo y más vulnerable ante el contagio del virus SARS- CoV2. Tanto las medidas de confinamiento como las de desconfinamiento paulatino para esta población, se han diseñado e implementa- do solamente desde la premisa de su condición de vulnerabilidad biológica cronológica, dejan- do totalmente invisibilizada su condición de sujeto con una biografía vital y una capacidad de agencia y de autocuidado. Estas medidas de paradojal protección llegan a ser discriminato- rias en cuanto se formulan excluyendo las voces heterogéneas de las propias personas mayores, no reconociendo su derecho ciudadano, capa- cidad de toma de decisiones ni el poder sobre sus propias vidas. Al mirar la larga trayectoria de vida de una persona mayor, emergen los aprendizajes y estrategias de afrontamiento social ante momentos de crisis y no solo un cuerpo de una determinada edad cronológica, que se asume fragilizado. La crisis sociosanitaria que ha generado la pandemia por COVID-19 no solo ha profundiza- do aquellas desigualdades ya existentes en la vejez, sino que además ha mostrado en su real dimensión la precariedad de las condiciones de vida de las personas mayores, en una estruc- tura socioeconómica basada en un Estado subsidiario bajo las reglas de un modelo econó- mico neoliberal. En estas estructuras políticas y económicas, las desigualdades sociales y simbólicas que se van acumulando a lo largo de la vida de una persona, se visibilizan e instalan más agudamente en la etapa de la vejez ante un sistema de seguridad social y de salud que no asegura derechos económicos, sociales y culturales para una vida en dignidad, en una sociedad que ve a la vejez como una etapa sacrificable. Una de las principales lecciones que la pande- mia nos deja como sociedad en torno a la vejez, es la insostenibilidad del tipo de relacionamien- to y trato hacia esta etapa de la vida y las perso- nas mayores. Ya no es posible seguir pensando en las personas envejecientes solo como suje- tos frágiles, que requieren protección, donde la respuesta institucional ante sus necesidades han mostrado ser insuficientes, reproduciendo a lo largo de la vida y perpetuando en la vejez, la indignidad en las condiciones de vida. Reconociendo que las políticas y acciones de los Estados pueden influir en el curso de vida de los sujetos 19 y considerando que las desigualdades sociales y simbólicas se acumu- lan a lo largo de la trayectoria vital de las perso- nas, es urgente y necesaria la incorporación de una mirada de curso de vida en las políticas y medidas relacionadas con la vejez. Esto impli- ca, entre otros, generar acciones e implemen- tar programas que conciban a la vejez como una etapa dinámica y diversa, situada social, política y territorialmente, y no solo como una condición fija, cuyo inicio está marcado por una edad cronológica universal e invariable para todos los sujetos. Además, implica reconocer a las personas mayores como sujetos sociales e históricos, es decir personas que han encar- nado procesos sociohistóricos relevantes, que los hacen parte activa de las dinámicas de la sociedad en que viven y cuyas biografías están interconectadas con las de otros sujetos en las diversas esferas de la vida. La pandemia y las injustas formas de vivir el confinamiento, así como la desvaloración social de las vidas según la edad cronológica de los sujetos, nos lleva a la urgencia de cambios estructurales en nuestro país, a una nueva forma de relacionarnos con la vejez y las perso- nas mayores, asegurando el ejercicio pleno de
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