Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
87 Párrafo aparte merece el cuestionamiento a la capacidad del pueb- lo inca de producir una literatura dramática en el Tahuantinsuyo, dado el carácter oral de su cultura . En la ponencia El teatro quech- ua como lugar de reflexión sobre la historia y la política , del antro- pólogo e investigador Rodrigo Montoya se señala, citando a Jesús Lara, que el pueblo quechua durante el siglo XVI poseía ya una producción dramática importante, incluso por sobre la española de la época. Claramente, el rito de comunión dramática existió en América desde mucho antes que la Conquista española inventara el continente con ese nombre, pero era aprendida y transmiti- da a través de la oralidad. Lógicamente, los conquistadores con- struyeron y estructuraron los relatos y la historia, utilizando la escritura como instrumento de poder, control, y sometimiento. La historia se abría como un espacio de saber que los pueblos nativos ‘ignoraban’. La oralidad perdía vigencia, se volvía inestable, ante la posibilidad que entregaba el registro escrito. De esta forma, es lógico que el drama de Ollantay no haya sido transcodificado sino hasta el período colonial. De acuerdo a lo que propone Pacheco Zegarra (1997), el drama Ol- lantay existiría desde finales del siglo XV o inicios del XVI, siendo incluso representado frente al mismo Inca Tupac Yupanqui o su hijo, para ser transcodificado en lengua quechua en la segunda mitad del siglo XVIII (p. 91). Lo anterior se condice con el carácter eminentemente oral de la cultura inca y explica cómo la obra se habría mantenido en boga durante más de dos siglos. Hay opin- iones, incluso como la del lingüista peruano José Jiménez Borja (s.f.), que postulan la aparición del drama a mediados del siglo XV y su transmisión oral hacia los descendientes de los poetas del in- canato (p.7)
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