Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
86 sacerdote Antonio Valdés, traducida y estudiada posteriormente por Gabino Pacheco Zegarra nos ofrece una división en actos y es- cenas, propias del teatro europeo, podemos considerarla como una forma de ordenar la acción, para facilitar su lectura y análisis, y no puede suponerse como argumento sólido para presuponer su ger- men hispánico. Ocurre lo mismo con el cambio en los nombres y denominaciones propiamente quechuas. Toda traducción implica una también una interpretación de quien traduce, por lo que las al- teraciones en los textos son inherentes a ese proceso. Para Umberto Eco (2008), el proceso de traducción es más bien una negociación, en la que el traductor luego de leer e interpretar un texto, debe – valga la redundancia- ‘negociar’ con su idioma y su contexto para hacerlo llegar de la manera más cercana a quien lo lee, intentando alterar lo menos posible el sentido del texto original (p. 25). Prefer- imos entonces, entender los cambios en la traducción de Pacheco Zegarra como una forma de actualizar un texto escrito en quech- ua, pero que había sido traducido al francés en primer término por Georges Raynaud, con la intención de acercarlo para que pueda ser entendido de forma más sencilla para los lectores hispanohablan- tes, a fuerza de que esas alteraciones vayan en detrimento del sen- tido original de la cultura tradicional inca, y no como un argumento para calificar la obra como una texto dramático hispánico colonial. Es más, el mismo traductor del texto de Antonio Valdés, es citado por Pantoja para validar el carácter precolombino de la obra, soste- niendo que Ollantay no ofrece la menor relación con la literatura de los tiempos de la Conquista y que, en el fondo, el espíritu que se desprende de su conjunto pertenece a un mundo aparte, a un orden de ideas en- teramente diferentes a los de nuestra época (Montoya, 1993, p. 91).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=