Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
83 refrenda en la tercera escena, en palabras del propio Inca Pachacu- tec, quien responde a la osadía de Ollantay de solicitar el amor de su hija: “¡Ollantay, recuerda que eres un simple vasallo: cada cual debe permanecer en su puesto; has querido subir demasiado alto!” ( Ollantay, escena tercera, en Cid Pérez & Martí de Cid, 1964, p. 238). La naturaleza guerrera, simbolizada principalmente en la bravura, el arrojo y bizarría tanto de sus líderes, como de todos los miembros del órgano militar incaico caracterizaron a este Imperio. En el dra- ma, Ollantay, es un guerrero de gran fama, y que ha liderado empre- sas de conquista y expansión encomendadas por el Inca. Aun así, aunque muestra fidelidad y obediencia ante su mandatario, al ser depositario de las características que exponíamos anteriormente, presenta una personalidad autónoma, determinada y altamente apasionada, la que queda de manifiesto en el siguiente pasaje del texto: ¡Oh Cuzco, la bella ciudad! Desde hoy seré tu enemigo impla- cable. Abriré tu seno para arrancarte el corazón y arrojarlo a los buitres. ¡Ya verá tu cruel rey! (…) Y cuando le ahogue entre mis brazos, veremos si su boca inanimada me dice todavía ‘¡No eres digno de mi hija! ¡No la poseerás nunca! ( Ollantay, escena cuarta, en Cid Pérez & Martí de Cid, 1964, p. 239). La pasión de Ollantay por la hija del Inca, opera como detonador para éste y su personalidad decidida, asumiendo las consecuencias de sus sentimientos y sus acciones, aun cuando éstos lo condenen o vayan contra las leyes y tradiciones ancestrales del Imperio Inca. Nuestro protagonista actúa en concordancia a su sentir, por lo que su decisión y accionar están regidos por la pasión, y no por la razón.
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