Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
82 El aparato gubernamental Inca cumplía una labor estricta en la supervisión del correcto funcionamiento del Imperio en todos sus aspectos, lo que les permitía estar preparados para escenarios de catástrofes u otros. De acuerdo a los investigadores Cid Pérez, & Martí de Cid (1964), la organización del Imperio tenía un carácter ‘socialista (p. 29). No obstante lo anterior, también es menester hac- er la distinción que, si bien el gobierno inca permitía que todos sus habitantes tuviesen lo necesario para la vida, no es menos cierto que su organización social tenía una marcada distinción de clases, diferenciadas grandemente en posesiones, privilegios, y autoridad. A la cabeza de esta pirámide social, encontramos al Inca, máximo líder civil, militar y religioso, descendientes directos de Inti (Dios Sol), de acuerdo a sus creencias. El trono era heredado por los de- scendientes del Inca, perpetuando el linaje real por siglos. Como consecuencia de esa organización, encontramos una gran rigidez y nulamovilidad social en el Incanato, primer obstáculo que encuentra Ollantay a la hora de aspirar al amor de Cusi-Cuyllur. Esto queda de manifiesto ya en la primera escena, cuando Willca- Uma (sacerdote del Imperio), escucha los sentimientos del guerre- ro por la Ñusta y le replica: “Rompiste y enredaste la madeja de tu destino: átala tú y desenrédala. Ve tú solo a hablar al rey, por poco y con mucho respeto, y sufre el castigo que te has buscado.” ( Ol- lantay, escena primera, en Cid Pérez & Martí de Cid, 1964, p. 231). A pesar de que Ollantay pertenecía a una clase social de relevancia y había ganado en combate su lugar de privilegio como Jefe Mili- tar del Antisuyo, su posición de nacimiento y diferencia de linaje le impedía siquiera pensar en la idea de pretender un compromiso con una Ñusta, hija del Inca; no existía la posibilidad de aspirar a escalar socialmente, ya sea por méritos militares o civiles. Esto se
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