Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

71 das, en las cuatro esquinas, en los cuatro costados. ¡Ay! ¡oh! Cielo, ¡ay! ¡oh! tierra. Mi arrojo, mi bravura, no me sirvieron. Yo ensayé mi camino bajo el cielo, mi camino sobre la tierra, sep- arando las hierbas, separando los abrojos. Mi arrojo, mi bra- vura, no me han servido. ¡Ay! ¡oh! cielo ¡ay! ¡oh! tierra. ¿Debo, en verdad, morir, aquí, desaparecer aquí, bajo el cielo, sobre la tierra? (…) Puesto que es necesario que yo muera, que yo desa- parezca, aquí bajo el cielo, sobre la tierra, no poder tornarme en esa ardilla, en ese pájaro, que mueren sobre la rama del árbol, sobre el brote del árbol, en donde se procuraron su ali- mento, sus comidas, bajo el cielo, sobre la tierra. ¡Oh! Águilas, ¡oh! Jaguares, venid, pues, a cumplir nuestra misión, a cum- plir vuestro deber; que vuestros dientes, que vuestras garras, me maten en un instante, porque yo soy un Varón venido de mis montañas, de mis valles. ¡Que el cielo, que la tierra, sean con Vosotros, ¡oh! Águilas! ¡oh! Jaguares ( Rabinal Achí, acto cuarto, en Cid Pérez & Martí de Cid, 1964, p. 197). Estas palabras simbolizan, como lo indican Cid Pérez &Martí de Cid (1964), un profundo amor a lo propio, a eso que acompañó la vida del guerrero. Se presenta un monólogo cargado de imágenes sim- bólicas, en el que se exacerba el cariño por la naturaleza, por la tier- ra nativa (p. 220). El arraigo que había con la tierra, con el lugar de nacimiento es muy importante, y es desde ahí que nace la analogía con el pajarillo que muere en la rama del árbol; morir y descansar en tu tierra, esa que defendiste, pero que también te brindó el ali- mento y te proveyó de lo necesario para vivir. Por esto pide que, una vez muerto, sus armas, sus vestimentas y sus restos sean llevados a su lugar de nacimiento, para que allí descansen eternamente, y en paz. La obra cierra con el rito sacrificial; las doce Águilas y los doce

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