Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

33 Precisamente estos dos pilares –lo epistemológico y lo estético- exi- gen una discusión a propósito de los problemas que estamos seña- lando en esta introducción. El problema del conocer qué es lo que vamos a entender por teatro latinoamericano, asumiendo desde un principio que no por haber sido ‘descubiertas’ por el europeo estas prácticas dejan de ser representativas de una genuina simboliza- ción y estetización del mundo, y teniendo al menos la certeza que muchas de estas expresiones conocieron distintas formas de rea- lización antes de entrar en dinámicos procesos de heterogeneidad formal y discursiva. Como sostiene Mignolo (2014), estas formas de colonialidad condicionaban –y aún siguen condicionando- la mirada de los estudiosos de la cultura latinoamericana, determi- nando, de paso, el punto de vista respecto de los objetos observa- dos. Nuestra propuesta apunta a declarar la obsolescencia de los marcos teóricos que entendían el teatro desde una sola perspectiva –la europea, o metropolitana-, cuestión que leemos en asociación a los marcos de representación (los imaginarios, las ideologías) que otros autores han desarrollado. Es decir que para producir un cam- bio en la teoría debemos, necesariamente, discutir otros aspectos que han contribuido a petrificar una doxa como la que estamos cuestionando. En esta misma línea de discusión, cabe consignar los aportes de Mi- guel Rojas Mix (1992) y Serge Gruzinski (1994), quienes insisten en la idea de la imagen como factor esencial para describir el proceso de apropiación del continente por parte del imaginario eurocristiano. Si para uno (Rojas Mix) el factor esencial deriva en la certeza de una verdadera máquina eugenésica orquestada detrás de una lógica civi- lizatoria, un relato teratológico que quiere sustentar la labor biopolí- tica de los conquistadores europeos, para el otro (Gruzinski) el lugar

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