Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
148 una mala copia, un reflejo calibanesco (siguiendo a Fernández Re- tamar), del original europeo. Así mismo, este ejercicio de ‘construcción’ del cuerpo femenino también nos habla de una concepción de la idea de identidad como algo mutable. Pone en duda la existencia de algo así como una identidad ‘dada’ o ‘verdadera’, instalando, no verbalmente sino que haciendo aparecer mediante acciones escénicas, la tesis de que la realidad es algo que construye el que mira, y no así algo preexistente y determinante en y para la vida de los sujetos “(…) su travestismo sirve para mostrar que la imagen femenina no es (solo) un reflejo (indicial), sino sobre todo una proyección de la mi- rada masculina: es ésta en última instancia la que cubre a la mu- jer para poder imaginarla mejor bajo el manto” (Pezze, 2015, p. 35). Don Pedro es aquí la alegoría a esa mirada metropolitana que solo ve en los habitantes de Hispanoamérica lo que su entendimiento le permite, pero sin dudar ni un solo segundo de la capacidad de su entendimiento. Antes que desconfiar de sí mismo y de su visión de la realidad, prefiere pesar que Leonor se volvió loca, o que qui- ere deshacerse de él. Estas mismas operaciones, la corporeización de un cuerpo híbri- do y deformado mediante la apropiación de la estética imperial y la representación en acciones de la tesis de la identidad como un ente mutable y plurívoco, se encuentran presentes también en Amor es más laberinto . Lo primero es lo que salta a la vista con solo leer los nombres de los personajes, son héroes clásicos, los grandes héroes de las tragedias griegas, pero puestos en palabras por la pluma de sor Juana. Esto ya
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