Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

142 esconder su carácter representacional, no pretende imitar una re- alidad al punto de confundir a quien ve. Es una copia con concien- cia de ser copia, es un espejo en el cual el espectador se mira, pero la distancia es tal, que en el espacio que media entre espectador y actor puede aparecer la reflexión en torno a lo que se está mirando. Y de eso se trata, de observarse en el espejo para ver, con distancia analítica, los sucesos que desde dentro son pasión confusa y do- lorosa. La conciencia barroca hace aparecer al sujeto que mira, al espectador como creador del mundo observado. Aparece entonces, no tan solo desde la discursividad textual, sino también de la artic- ulación de las formas y mecanismos propios de la representación teatral, un espacio en el que pueden dialogar (comedia mediante) la autora y el público. No es otra cosa que el ejercicio de aparición que también semanifiesta en la obra de Velásquez, en las que pone en rel- evancia el lugar del sujeto en la re-producción/creación del mundo. Desde los ojos del pintor hasta lo que ve, está trazada una línea imperiosa que no sabríamos evitar, nosotros, los que contem- plamos: atraviesa el cuadro real y se reúne, delante de su super- ficie, en ese lugar desde el que vemos al pintor que nos observa; este punteado nos alcanza irremisiblemente y nos liga en la representación del cuadro. (Foucault, 1968, p. 14) Los espectadores son considerados como creadores de la realidad que miran, ellos son quienes hacen aparecer el mundo, el que mira desde fuera el panorama completo (el espacio teatral en este caso, o el cuadro, en el caso de Velázquez) es quien ‘tiene la verdad’, en tanto es quien ve cosas que los otros no. Pero así mismo como el público es testigo de cómo los personajes se confunden con lo que ven sus ojos y lo que creen que está pasando, ellos mismos debi-

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