Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
141 ella vivía. Quizás de ello es que se desprenda que, viendo la misma particular característica en Carlos, se enamorara de él al verse en su reflejo: “Era su rostro un enigma / compuesto de dos contrari- os / que eran valor y hermosura / tan felizmente hermanados, (...)” (Cruz, 2013, p. 642), dice al describir a su enamorado. Y no debiéra- mos pasar por alto que ella es quien pide licencia para pintarlo, ya que aparece aquí nuevamente la idea del retrato. El autor se ve a sí mismo en el retrato que pinta, puesto que es él quién posa la mira- da sobre el modelo y determina cómo será este inmortalizado en el objeto-copia, es su visión, su opinión misma, la que aparece en la obra representada. Sor Juana se erige voz creadora de un mundo en el que la conviven- cia de los contrarios no sólo es posible, sino que pareciera ser motor en las relaciones que se establecen entre las personas. Un mundo que pone en tensión la idea de la existencia de una única verdad y de una identidad inmutable. En unmundo regido precisamente por un paradigma en que el Dios es uno solo y el centro de la tierra es Europa, no es extraño que esta idea aparezca disuelta y disgregada en diversos elementos a lo largo de toda la obra, y no como un plant- eamiento directo y frontal. Hace emerger, escondida en el juego de los espejos, la pregunta por las identidades, en plural, ya que lo que pareciera estar desterrando de su discurso creador es la idea de la existencia de una identidad única, originaria. Si no en las palabras, en la forma de presentarnos la construcción de mundo que es la representación teatral, Los empeños de una casa evidencia que las cosas no son nunca lo que parecen. O, más bien, son, pero no son. En el teatro el público es consciente de que lo que está viendo es una mentira, una ficción al menos. El juego que se presenta no pretende
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=