Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

124 Si Juan Ruiz de Alarcón (y El Lunarejo) fue la alborada del barroco y Sor Juana Inés de la Cruz (aunque igualmente Carlos de Sigüen- za y Góngora) su apogeo, podemos decir que la obra de Eusebio Vela (y también la de Pedro de Peralta Barnuevo) serán el ocaso de esta tendencia teatral ya desgastada, plagada de efectismos y rimbombante aparato teatral. El barroco teatral se vería apagado en las tierras de Perú y México, agotados de piezas teatrales en los palacios del Virreinato del Perú para celebrar cada acontecimien- to del territorio; y en el Coliseo Viejo del Virreinato de Nueva Es- paña, en donde, como se dijo antes, se transformó en una industria comercial de generación de piezas teatrales de repetidas tramas y grandes maquinarias con ejércitos que se enfrentan, dragones que escupen fuego, montes que se abren y un largo etcétera de todo lo que se pudiera imaginar.

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